Los alcatraces

Nunca nos hemos preguntado si lo poético podría estar incluido en lo tétrico y si ambos podrían formar un universo del que un crimen ambientado en la pura belleza femenina nos desvelaría en forma de seis partes contadas por cada uno de sus protagonistas, un homicidio que implica que donde muere la vida a veces nace la naturaleza y viceversa.

Los alcatraces es la primera novela que leo de esta autora que desde luego tiene una base lírica increíble donde nos traslada a un 1936 en una pequeña comunidad de Canadá y nos presenta a Olivia y Nora Atkins, dos desaparecidas que conducirán a una investigación a través de la mente de los personajes por saber lo que finalmente ocurre. No sé si habéis visto la película de Animales nocturnos, que para nada es comparable la historia, pero sí la estética de que lo bello a veces muere entre las manos más perversas.

Un libro que nos da a conocer a un recién llegado desde el inicio, Stevens Brown, una persona que resulta sospechos y cuyos actos y reflexiones dejan ver principios acusatorios. Desde ese momento la familia y allegados de las Atkins quedan al descubierto al ir tejiendo la historia en forma de pequeños relatos en primera persona y algunos escritos en cartas que nos van desvelando lo ocurrido. Lo increíble no es que la autora sepa urdir ese entramado de testimonios para dar la voz verídica de lo ocurrido, es su capacidad para sacar de un asesinato una capacidad lírica como si estuviésemos viviendo en un poema de desafortunados acontecimientos. Las metáforas y la prosa que llenan la historia relacionando la vida humana con la naturaleza son verdaderamente sublimes, y esa capacidad de extraer de la mente humana confesiones involuntarias a través de monólogos filosóficos también.

Sin duda es un buen libro para conocer a la autora y querer seguir sumergiéndose en su literatura.

En un mundo donde el terror ahuyenta, Los Alcatraces consigue conectar con el lirismo de lo cruel para conseguir extender el debate de la vida y la muerte.