La joven que no podía leer

John Harding es un reputado novelista británico forjado como escritor en periódicos y revistas.

Ambientada en Nueva Inglaterra, en 1890, más concretamente en un psiquiátrico femenino situado en una isla a la que solo se puede acceder en barco una vez al día.

Harding crea una historia llena de incógnitas que durante la lectura irás resolviendo poco a poco con la información muy dosificada por el escritor. Es una lectura lenta, muy bien hilada, con muchísimos detalles que no puedes dejar escapar.

El conjunto de elementos como la enfermedad mental, el crimen, los secretos… te mantiene en tensión de forma adictiva hasta el final… y menudo final!!

Una novela al mas puro estilo gótico (contexto histórico, mansión gótica reconstruida en psiquiátrico, aislamiento, personajes…) que en muchos aspectos me recordó a “Los renglones torcidos de Dios”. Y además no faltan referencias a autores y obras literarias a la largo de toda la lectura.

Tras un accidente de tren un superviviente suplanta la personalidad de un fallecido para poder ocultarse durante un tiempo. El destino que le espera es un centro psiquiátrico para mujeres en una isla apartada. ¿Quién es en realidad el "nuevo" doctor Shepherd? ¿Qué oculta tras esa siniestra personalidad? ¿De qué huye? En la isla el impostor, haciéndose pasar por Shepherd, narra en primera persona sus impresiones sobre la forma en que son tratadas las internas, algunas de ellas visiblemente afectadas no por una enfermedad mental sino por la desidia de la administración y la medicina de finales del siglo XIX (1890) que trataba a las mujeres como histéricas sin fundamento antes que como enfermas de verdad.
La práctica médica del doctor Morgan, el encargado del centro, saca de sus casillas a ese joven doctor recién llegado que debe aprender sobre la marcha todo lo que desconoce... incluso su propio criterio.
La presencia de una joven y los acontecimientos posteriores en los que se ve envuelto por seguir con la farsa de su personalidad le llevan a cometer no ya un terrible error, sino el mayor error de su vida: confiar en un bello rostro que pide desesperadamente ser salvado.
El personaje principal me ha recordado (siniestro, desagradable, malvado) a Jean-Baptiste Grenouille (El perfume) por ese modo de hablar con tanta frialdad, tan inhumano. La trama (al menos en parte) no es original (Jane Eyre de Charlotte Bronte, o las versiones cinematográficas de Shutter Island de Dennis Lehane llevada al cine por Scorsese en 2010 y más reciente Asylum, el experimento, basada en un cuento de Edgard Allan Poe, son algunos ejemplos) es la típica historia gótica donde la pérdida de la razón, el suspense, el tratamiento médico tan espeluznante y las convicciones morales del siglo XIX sirven de telón de fondo a una serie de asesinatos (o no) Aún así, a pesar su previsibilidad me ha gustado mucho, me ha resultado interesante y muy entretenida. Recomiendo no leer, sobre todo los capítulos finales, antes de ir dormir, resulta complicado conciliar el sueño después... lo digo por experiencia.

Estaba pasando el Covid y decidí aprovechar para leer un libro fácil y entretenido. Algo que se pudiera asimilar con fiebre y dolor de cabeza y escogí éste, pensando que lograría distraerme.
Sin embargo no ha sido así. Ni la lóbrega atmósfera del manicomio en el que se desarrolla una mínima acción, ni la personalidad lúgubre y esperable de los celadores de la institución, ni los ruidos misteriosos y las apariciones pseudogóticas me ayudaron. En varias ocasiones estuve a punto de dejar el libro, y no por el dolor de cabeza. Es un libro de trama mínima, sin demasiadas sorpresas, con personajes que habremos visto en cientos de novelas. No lo recomiendo en absoluto.