Los cuatro vientos

Kristin Hannah, aclamada escritora estadounidense, ha escrito más de veinte novelas con las que ha ganado numerosos premios. Sus obras más conocidas son "El ruiseñor" y "El baile de las luciérnagas", la primera con una adaptación cinematográfica en curso y la segunda con una ya muy reconocida serie de televisión.

Sus producciones han sido el refugio de múltiples lectores de todo el mundo, llegando a consagrarse como autora de bestseller durante décadas. Tiene un fiel ejército de seguidores, de entre los que me encuentro presente, y cada nueva publicación es acogida con éxito.

En "Los cuatro vientos", su última novela, Hannah nos traslada a Texas, desde la década de los 20 hasta la de los 40, a través de Elsa, una mujer cuya vida es dirigida por los infortunios del destino.

Con una narrativa pulcra, fluida, delicada, exquisita y detallada, la autora indaga en las repercusiones que tuvo para millones de granjeros estadounidenses la gran sequía, conocida como "Dust Bowl", que asoló Las Grandes Llanuras de América, con un trasfondo en donde la Ley Seca tiene su apogeo, los efectos de la Gran Depresión se encuentran vigentes y la Segunda Guerra Mundial va empezando a fraguarse a paso lento.

Es admirable la capacidad de la autora para describir de forma sencilla y armoniosa toda una ambientación tan compleja e integrarla con completa naturalidad en la trama, convirtiéndola en un personaje más.

El gran proceso de documentación a la que se ha sometido queda patente no solo en los datos que aporta, sino en la capacidad de crear una atmósfera tan asfixiante y realista para el lector como la que viven sus propios personajes.

Sin embargo, la novela no solo trata sobre las desventuras de una serie de personas que se encuentran en medio de estos grandes acontecimientos históricos, sino que estos hechos son un mero recurso para presentar un trasfondo e iniciar un viaje personal en el que reflexiona sobre los valores universales, reivindica el papel de la mujer, deja patente la capacidad de resiliencia de los seres humanos y refleja la importancia de los derechos humanos.

A través de la historia de Elsa, el lector, tendrá la oportunidad de encontrarse en un ambiente hostil, lleno de injusticias y sacrificios.

El papel de Elsa es fundamental en la historia, no solo porque es la protagonista por excelencia, sino porque en ella se encierran múltiples enseñanzas como la superación personal, el poder de la autoestima, el amor de madre, la sororidad o el valor para dar segundas oportunidades. El personaje de Elsa, sufre una evolución constante a lo largo de la trama. Es una mujer con la que es fácil empatizar pues, se siente limitada por muchos miedos e inseguridades con los que las mujeres seguro que sienten identificadas.

Kristin Hannah indaga en la psique de su personaje de tal forma que muestra su complejidad de un modo fascinante. al mismo tiempo consigue crear un paralelismo con Loreeda, hija de Elsa, al contraponer un carácter en apariencia débil, retraído, sumiso, realista y resignado con otro más fuerte, decidido, soñador, aventurero e inconformista. Demostrando que a pesar de sus características cada una puede ser la heroína de su propia historia.

A pesar de no ser una novela exclusiva de mujeres, a lo largo de la trama, son ellas las que dirigen al lector y cobran un papel especial mediante el cual se reclama su labor como eje central de la familia y sustento de la misma. Es en ellas en donde se atisba el coraje, la superación, el deseo de sobrevivir y la ruptura de cánones.

Así mismo, todos aquellos con los que la familia Martinelli se relaciona o se va encontrando a lo largo de su camino conforman un elenco espectacular que refleja diferentes comportamientos, pensamientos y actuaciones ante los mismos hechos.

Hay que destacar que la historia se encuentra llena de injusticias, momentos de desesperación, inflexión y frustración, fiel reflejo de la inmundicia que a veces presenta el ser humano con sus acciones y de las vicisitudes que el destino nos presenta, por lo que no la convierte en una lectura sencilla de digerir, sino que, al contrario, se hace ardua, hostil y, a veces, incluso detestable.

A pesar de ello merece la pena leerla por sus potentes mensajes, sus maravillosos personajes y su trama tan absorbente.

Personalmente he leído lo suficiente de Kristin Hannah para reconocer que se mantiene fiel a su estilo y a sus inesperados giros de trama con los que siempre consigue asombrar al lector y romperle el corazón en mil trocitos.

Me ha gustado mucho la historia, pues no solo rescata un episodio histórico, del que al menos yo no tenía cocimiento, sino que incorpora a estos hechos una trama en donde la familia y el poder del amor tiene un papel fundamental, dándonos una gran lección y haciéndonos reflexionar al respecto.

A pesar de la cantidad de páginas que la componen, lo leí en cuestión de pocos días, ya que tanto la prosa de la autora como la inmersión a la que te expones te atrapan de tal forma que no puedes soltar el libro hasta llegar a su final, aunque eso sí, no hay que descartar los momentos en que debes hacer una pausa para calmar tus emociones y el impulso de adentrarte en la historia y zarandear a muchos de los personajes.

Sin duda se trata de una novela difícil que no deja indiferente y que, sin embargo, a pesar de las advertencias la recomiendo mucho a los seguidores de la autora y a todos aquellos interesados en conocer un poco más sobre la historia de Estados Unidos y uno de sus episodios más trágicos.