PD: Todavía te quiero

A veces me gustas tanto que no puedo soportarlo. Me llena por dentro hasta arriba del todo, y siento como si fuese a desbordarme. Me gustas tanto que no sé qué hacer al respecto. El corazón me late a toda prisa cuando sé que volveré a verte. Y entonces, cuando me miras como me miras, me siento la chica más afortunada del mundo.

Creo que el tiempo quizá sea distinto para los jóvenes. Los minutos son más largos, más fuertes, más vibrantes. Lo único que sé es que cada minuto sin él me parece interminable, como si estuviese esperando, simplemente esperando a que regrese junto a mí.

Quizá sea mi imaginación, pero creo oír el latido de su corazón. El suyo está latiendo y el mío se está partiendo.

Dicen que la ausencia alimenta el amor, pero creo que se equivocan: la proximidad alimenta el amor.

No puedes estar cerca de alguien, no de verdad, si hay secretos entre los dos.

Si no hablan ahora, la cicatriz solo se endurecerá con el tiempo, se calcificará y serán como dos desconocidos que nunca se amaron. Es el pensamiento más triste de todos.

El mero hecho de pronunciar su nombre evoca placer, es algo que hay que saborear, como un trozo de chocolate fundiéndose sobre mi lengua.

Me gustas tanto que no sé qué hacer al respecto. El corazón me late a toda prisa cuando sé que volveré a verte. Y entonces, cuando me miras como me miras, me siento la chica más afortunada del mundo.

Hay una palabra coreana que me enseñó mi abuela. Se llama jung. Es un vínculo entre dos personas que no puede cortarse, incluso cuando el amor se convierte en odio. Sigues conservando esos antiguos sentimientos por esa persona; no puedes librarte de ellos por completo; siempre guardarás un poco de ternura en tu corazón por esa persona.

Ahora sé que no quiero amar o que me amen a medias. Lo quiero todo y, para tenerlo todo, hay que arriesgarlo todo