El verano en que me enamoré

Los momentos, una vez perdidos, no pueden volverse a encontrar. Simplemente desaparecen.

Era como si el mundo fueses a acabarse y nunca nada volvería a ser lo mismo. Estaba acabando y ya nunca nada sería igual que antes.

Me pregunté si era así como morían los antiguos amores, agotados, con lentitud, y de repente, como si nada, dejaban de existir.

Me sentía como si estuviese en lo alto de una montaña rusa, justo antes de lanzarme por la primera pendiente.

Todos los anteriores había creído que iban a ser distintos, que la vida iba a ser de otra manera. Y aquel verano por fin lo fue.

No quisiera una vida que es igual un día tras otro.

Para mi, era casi como si el invierno no valiese. El verano era lo que importaba. Mi vida entera de media en veranos. Como si no empezase a vivir de verdad hasta el mes de Junio, en esa playa, en esa casa.

Da miedo pensar con qué facilidad se rompen las promesas.

Da miedo pensar con qué facilidad se rompen las promesas De forma tan simple.

La belleza está hecha de imperfecciones.