A todos los chicos de los que me enamoré

En el baile de cartas y susurros, se revela un mundo donde los secretos se entrelazan con amores inesperados. Un relato encantador que explora los recovecos del corazón adolescente.

Existe un tipo específico de pelea que sólo puedes tener con tu hermana. Es el tipo de pelea durante la que dices cosas que no puedes retirar. Las dices porque no puedes evitarlo, porque estás tan enfadada que la furia te mana de los ojos y de la garganta; estás tan enfadada que no ves ni por dónde vas. Sólo ves sangre.

Cuando alguien se ha ido por mucho tiempo, al principio guardas todas las cosas que quieres decirle. Intentas hacer un seguimiento de todo en tu cabeza. Pero es como tratar de aferrarse a un puñado de arena: todos los pedacitos se te escapan de las manos, y luego solo estás agarrando aire y arena.

¿Sabes lo que es que te guste tanto alguien que no puedes soportarlo?

Mis cartas son para cuando ya no quiero estar enamorada. Son para despedidas. Porque después de escribir mi carta, ya no me consume mi amor que todo lo consume. Mis cartas me liberan.

Vivimos como vivimos. No tiene sentido preguntarse que habría pasado. Nadie podría darte la respuesta.

Cuando pierdes a alguien y te sigue doliendo es cuando sabes que el amor fue real.

El amor da miedo: cambia; puede desaparecer. Eso es parte del riesgo. No quiero seguir estando asustada. Quiero ser valiente...

La vida no te enseña a ser fuerte, te obliga a serlo. No quiero tener miedo nunca más. Quiero ser valiente. Cuando te acercas a alguien ves quién es en realidad, pero si te acercas mucho él también ve quién eres tú.

—Quiero decir, ¿te das cuenta de lo importante que este año es,
Lara Jean? Es básicamente todo. No tienes una oportunidad de hacerlo
de nuevo: es el tercer año.