Y estoy segura, de repente estoy tan segura de que todo es como debería ser, de que no debo temer el adiós, porque el adiós no tiene que ser para siempre.
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Y estoy segura, de repente estoy tan segura de que todo es como debería ser, de que no debo temer el adiós, porque el adiós no tiene que ser para siempre.
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El amor da miedo: cambia; puede desaparecer. Eso es parte del riesgo. No quiero seguir estando asustada. Quiero ser valiente (…)
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Borro su foto de mi móvil; borro su número de teléfono. Pienso que si le borro lo suficiente, será como si nada de esto hubiese ocurrido, y no me dolerá tanto el corazón.
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Sonrío porque es adorable. Y por un segundo, solo un segundo, se me olvida. Se me olvida que todo esto no es real.
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La nota me arranca una sonrisa. Después la guardo en la mochila, dentro del libro de texto de francés, para que no se arrugue ni se rompa. Cuando todo haya acabado, quiero guardarla para poder mirarla y recordar qué se sentía al ser su novia (...). Aunque todo haya sido de mentira.
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(…) su gesto se suaviza. Es de ternura mezclada con impaciencia. Y algo más. Amor.
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Me miraba con tanta atención que estaba segura de que iba a intentar besarme. Me puse nerviosa, así que provoqué una discusión y no me volvió a mirar de esa manera. Hasta ahora. |
(…) nadie se ha muerto todavía por verle el lado bueno a las cosas.
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—No soporto cuando la gente hace eso. Les pides que te guarden un secreto y, en lugar de contestar sí o no, responden: «¿A quién se lo voy a contar?».
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Lo hago para fingir confianza, porque dicen que cuanto más finges, más cierto te acaba pareciendo.
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Manolito ...