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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
04 December 2019
Después de haber pasado por la experiencia de la autopublicación y de la reedición de esta trilogía por cuenta de la propia autora, ahora tenemos la suerte de contar con una tercera edición revisada pero, esta vez, gracias al trabajo que hay detrás por parte de Onyx Editorial que decidió que los Becker se merecían estar incluidos en su catálogo. Esta editorial, apostando continuamente por el talento nacional, ha confiado de pleno en Rolly Haacht y en su forma de mantenernos pegados a las páginas de esta historia. Pese a lo sorprendente que pueda ser, ya que al se una segunda parte suelen ser como la zona más transitoria en las trilogías, Virtud y Verdad. A Quemarropa es muchísimo más adictiva y más profunda que su predecesora. Me he encontrado con un libro en el que pasan bastantes más cosas (de las que no va a haber ningún spoiler en esta opinión) y en el que podemos conocer mucho mejor a los personajes principales con los que nos dejó encariñados la primera parte.
La historia se retoma justo un año después del final de Amor y Virtud. Bajo Prejuicio y sigue la misma línea pausada de narración, con pequeños episodios de la vida de los personajes que ya conocemos, totalmente enlazados, con saltos temporales de semanas o meses con algún que otro altibajo irregular en el ritmo. Sin ser apenas conscientes, poco a poco acompañamos a la familia Becker otro año más con nuevos problemas, nuevas relaciones, nuevos encontronazos y nuevas reconciliaciones. Si conocéis la trilogía o habéis oído hablar de la primera parte, sabréis (y si no os lo comento yo) que la historia se desarrolla gracias a los personajes, que son el interés principal y el fundamento de los tres libros, mientras que la trama sólo es el motor secundario que hace que los conozcamos, los disfrutemos, nos encariñemos o suframos con ellos. No hablaré apenas de la trama en sí por si no habéis leído la primera parte, pero sí comentaré la evolución de algunos personajes, y en esta segunda novela volvemos a coincidir con los hermanos Becker (Derek, Jake, Zane y Louis), las hermanas Wathson (Emma y Emily) y la amiga común de todos, Arabia. El hecho de que haya tantos personajes de golpe puede llegar a abrumar en un primer momento, porque son muchos nombres y conexiones entre ellos, pero la cosa engaña y es menos de lo que parece. Lo que está claro es que esta trilogía es una historia de personajes, así que de personajes vamos a hablar.
Admito que no sé cómo no lo vi venir, porque la portada lo deja bastante claro, pero indudablemente esta es la historia de Jake, el protagonista absoluto de la trama y en realidad pienso que de la trilogía entera porque todo lo que sucede y todos los demás personajes giran en torno a él, en mayor o menor medida. Aunque en la primera parte me resistí muchísimo a su encanto (porque aunque lo cierto es que encanto tiene, hay que saberlo mirar con buenos ojos), en esta novela no he podido aguantar más y lo reconozco: se ha convertido en uno de los mejores personajes que he podido conocer. Su personalidad ambigua entre chico conflictivo-impulsivo-malhumorado y a la vez responsable-introspectivo-maduro, me tiene embelesada. Jake es un personaje muy completo y muy complejo, que tiene todo lo necesario para removerte algo por dentro cuando lees sus pensamientos y sentimientos, aunque unas veces pueden ser ganas de pegarle un puñetazo y otras de darle un abrazo. Así es él, no deja indiferente en ningún sentido, por más que se intente. En el fondo, esa dualidad lo convierte en único y ni siquiera creo que sea un personaje polémico; es decir, tiene un carácter difícil pero no hay dobles lecturas para entender que pueda ser nada más que un personaje súper interesante, muy bien trabajo y construido tridimensionalmente de una forma admirable.
Como os digo, girando como satélites alrededor de este chico están el resto de personajes principales con subtramas propias en paralelo necesarias para seguir siendo testigos de lo que de verdad nos importa: lo que hace Jake, lo que siente Jake y lo que quiere Jake. El resto de personajes van apareciendo de vez en cuando para mantenernos enganchados con lo que les pueda suceder, aunque el narrador omnisciente no siga sus puntos de vista. Por ejemplo, este el caso de Louis, el menor de los Becker, que pasaba prácticamente desapercibido en Amor y Virtud. Bajo Prejuicio (pero al que yo ya le había echado el ojo), en esta novela tiene su propia trama merecida. La autora ha conseguido que me encariñe mucho de él, casi tanto como de Jake por el gran parecido de ambos hermanos con su carácter complicado y su dificultad para expresar sus sentimientos de una forma sana, lo que les lleva a tener más de un enfrentamiento debido a la intensidad de sus emociones. En más de un momento me lo ha hecho pasar realmente mal por el camino que comienza a tomar y que yo pensaba que había abandonado en la primera parte. Además, su relación con Jake (o sus altibajos, más bien) son una de las cosas que más me han hecho disfrutar y mantenerme dentro de esta historia.
Por su parte, Arabia se ha ido apagando poco a poco para mí como personaje con el que poder congeniar ya que en un par de conversaciones a mitad de libro echa a perder mi buena opinión de ella y, hasta llegar a ese punto, la evolución que la lleva a tomar las decisiones que toma hace que deje de conectar con ella de golpe. Sé que la historia transcurre a finales de los 80 y que las relaciones se entendían de otra manera, pero no sé, es Estados Unidos, siempre van por delante en libertades y desinhibiciones, y Arabia (a pesar de su procedencia turca) creo que exagera mucho ciertas cosas y se crea traumas donde no los hay (o donde a mí no me parece que los haya). Aun así, sigue siendo una de las protagonistas más relevantes y el desarrollo de su trama es adictivo y muy interesante, más allá de gustos personales o de conexión con el propio personaje. En cambio, pierden peso Derek, el mayor de todos los Becker, y Emily Wathson, que en ocasiones llegan a aburrirme, porque realmente lo que les pasa a ellos son acontecimientos que sirven de escenario para abonar la trama de Jake (y esto no es una queja, yo encantada). Si bien es verdad que de entre todos los principales quizás sean los más secundarios, los pobres no tienen mucho más que hacer porque Jake les hace sombra en todo (incluso posible spoiler→en su día más importante quedan eclipsados por LA ESCENA que protagonizan Jake y Arabia←fin del posible spoiler y que me sirvió para terminar de convencerme de que este personaje es de lo mejorcito que me he podido encontrar).
Si acaso, Emily Wathson adquiere cierta relevancia hacia el final de la novela y también como puente en uno de los acontecimientos que trastocan las vidas de todos los implicados, pero de nuevo se vuelve poco interesante en contraste con su hermana gemela Emma, que una vez más gira en torno a Jake para mostrarnos un personaje muy evolucionado en relación a cómo conocimos a Emma Wathson en Amor y Virtud. Bajo Prejuicio. Siempre creí que iba a dar mucho juego en la historia y por suerte, no me equivocaba. Esta chica me encanta porque es odiosa y atractiva a partes iguales, y la mezcla resulta perfecta, con multitud de matices que en más de una ocasión logra sorprendernos con los giros impredecibles en sus reacciones y decisiones. Ahora ha cambiado y sus nueva circunstancias la acercan contra todo pronóstico a Jake Becker para ofrecernos una nueva relación, con mucha química y una complicidad como pocos de los demás tienen entre ellos. Muy al contrario que su hermana Emily, que al principio hasta me parecía muy mona un personaje cuquísimo, pero que pierde unos cuantos puntos de interés para mí, porque casi se queda en “hermana de”, “pareja de” o “amiga de”, y no hay mucho más que exprimir.
Llegados a este punto, mejor del final ni hablamos, porque si no lo digiero todavía, menos aún lo voy a intentar comentar. Pero por decir algo: si el final de la primera parte ya me pareció demoledor, este es como para necesitar un desfibrilador. Y no me refiero a que en los últimos capítulos pasen un montón de cosas que cambien la trama totalmente. No, me refiero a las dos últimas páginas que hay que leer unas cuantas veces para comprender (o asimilar) lo que acaba de ocurrir, porque es así de impactante. Adoro esos finales, en serio, soy como una masoquista de finales radicales y este no lo vi venir por ningún sitio (dudo que se pueda ver venir, la verdad). de lo que no tengo dudas es de que la tercera parte promete tenerme con los sentimientos a flor de piel porque la carga emocional con la que termina este libro es inmensa. Por todo ello, creo que Virtud y Verdad. A Quemarropa es una novela adictiva, que aumenta el ritmo de los acontecimientos en comparación con la primera parte y que supone el empujón definitivo para que no podamos parar de leer hasta descubrir qué les ocurrirá a los miembros y allegados de esta familia tan peculiar con la que nos ha encandilado Rolly Haacht con su estilo propio de narración pausada y esa forma tan sencilla de plasmar esta historia que más que leer, nos hace sentir como si estuviéramos visualizando una serie juvenil de los ochenta.

En resumidas cuentas, una segunda parte superior a su inicio de trilogía en muchos de los aspectos que se nos muestran: evolución de personajes, giros argumentales y desarrollo de una trama más compleja que la que sentaba las bases en la primera parte. Rolly Haacht sabe cómo enganchar pese a que la estructura de la novela no invita a los pequeños anzuelos de misterio para que resulte adictiva a la manera tradicional y, sin embargo, lo es y mucho. Solo puedo terminar recomendando a quienes os quedarais en la primera parte por falta de alicientes que continuéis, porque esto solo mejora; y a quienes no hayáis conocido aún a la familia Becker, aconsejaros que os lancéis, porque de una forma u otra, estos personajes tan complejos nos atrapan incluso en su cotidianeidad más absoluta.
Enlace: https://enmitiempolibro.blog..
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