InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Cuando a principios de año salió el listado de las lecturas propuestas para el reto Serendipia, tuve un flechazo con dos novelas. Vamos, mis dos lecturas para este reto están muy decididas desde el principio y compradas desde hace unos meses también. En el caso de Querido Atticus no sabría deciros la razón; puede que sea porque me apetecía leer una novela protagonizada por una niña, o por esa alusión del título al protagonista de Matar a un ruiseñor, Atticus Finch (invención de quien lo tradujese al castellano, por cierto, porque nada que ver con el título original, mucho más acorde a la historia), o porque los vistazos rápidos que eché sobre la lectura me llamaron con campanillas. Y no puedo estar más contenta con la elección, porque me ha parecido una delicia de libro.

Sarah Nelson está a punto de cumplir doce años, acaban de comenzar las vacaciones de verano, y tiene ante ella varios problemas que necesitan una solución: no quiere pasar las vacaciones un año más con sus abuelos en Houston, necesita urgentemente hacerse agujeros en las orejas, y el año próximo le pondrán como deberes en el colegio hacer un árbol genealógico de su familia, y eso implica contar quién es su madre... y eso a su vez implicaría mudarse. Otra vez. Ah, y ha apostado con su amiga Lisa que dará su primer beso en la boca a un chico.

Para que se entienda lo del árbol genéalogico, habría que empezar diciendo que la vida de Sarah ha sido complicada desde los dos años de edad. Su madre intentó matarla. No lo consiguió, y Sarah sobrevivió. Su hermano gemelo, Simon, no tuvo tanta suerte. Hubo un juicio, su madre fue ingresada en un psiquiátrico, y después hubo otro juicio, donde se acusaba a su padre de negligencia (fue declarado inocente, pero él se ha refugiado desde entonces en el alcohol). Si Sarah busca en la Wikipedia, el periplo de su familia está contado con todo lujo de detalles. La familia Nelson es tristemente famosa, y Sarah y su padre, que es todo lo que queda de ella, lidian con ello como pueden, ocultándose a ojos del mundo. En cuanto alguien averigua quiénes son, se mudan.

Y contando todo esto, que parece mucho, no os he destripado nada de nada, porque Sarah, que narra en primera persona, se apaña para desglosar todo eso y mucho más en las primeras páginas. Es lo primero que hace, presentarse, presentar su situación y además nos confiesa su mayor miedo, que es el que da título (título real) a la novela: a Sarah le aterroriza haber heredado el gen de la locura de su madre, busca signos de él en todo lo que hace... y bueno, que el único ser con el que hable aparte de su amiga Lisa sea una planta, no ayuda mucho.

¿Cómo podría transmitiros lo que sin duda transmite Sarah con su historia? Yo creo que es de esos libros que hay que leerlos para hacerse una idea exacta, porque incluso dependiendo de la edad del lector se pueden hacer muchas lecturas distintas y empatizar con lo que se cuenta a muchas escalas diferentes también.

La vida de Sarah no es fácil, pero ella la afronta con valentía y naturalidad. Es una preadolescente que desde que era una niña ha tenido que ser mucho más que eso en casa; lleva el peso en un hogar en el que su padre trabaja durante casi todo el día y bebe hasta quedarse dormido por la noche. Tom Nelson adora a su hija pero ha sufrido mucho, huye hacia delante, intenta proteger lo poco que le queda, y aunque esas borracheras son pacíficas, es un padre ausente. de hecho resulta curioso cómo las iras de Sarah siempre van dirigidas hacia su padre por todas las cosas que hace mal, por sus debilidades, por no superar lo que sucedió, y sin embargo no guarda rencor alguno hacia una madre que intentó asesinarla y que para ella muchas veces es solo un personaje famoso que la avergüenza. Está enfadada con ella por no estar presente, pero no por haber destruido a su familia.

¿Qué pinta Atticus Finch en todo esto? Lo que empieza como unos deberes de clase, al final acaba siendo la vía de escape de la protagonista. No tiene a nadie con quien hablar sobre su madre porque eso implica una mudanza o que la gente se aparte de ella. Tiene muchas preguntas dentro que no puede hacerle a su padre, muchas palabras problemáticas que no puede pronunciar delante de él porque le hacen daño y le recuerdan el drama familiar. No tiene a nadie a quien contarle sus tristezas, frustraciones, lo que le asusta, lo que le duele... no puede desahogarse con nadie, y esas cartas que escribe a Atticus, el hombre perfecto, el padre perfecto, con una familia perfecta, una moral perfecta, son su particular confesionario. Con él se sincera, a él le cuenta lo que le duele, lo que le gustaría que su propio padre se pareciese a él, lo que daría por ser su hija y no la de Tom Nelson. Atticus Finch representa todo lo bueno que no hay en su vida y ella anhela, y escribiéndole intenta encontrarle un sentido a todo, una salida a sus problemas.

¿Y por qué Atticus Finch? Porque Matar a un ruiseñor es el libro favorito de Sarah, el que ha leído varias veces, el que le ha marcado para siempre. Y es que Sarah es una gran lectora y encima es un diccionario con patas. Adora saber, aprender y, por encima de todas las cosas, tiene una obsesión por las palabras. El libro está lleno de ellas, cada vez que tiene una palabra favorita o una que define su estado de ánimo o lo que le preocupa, nos pone la definición del diccionario (ejemplo en la foto de aquí al lado). Y te saca la sonrisa muchas, muchas veces. Hay mucho amor por los libros y por la literatura en esta historia. En muchos y diversos sentidos, en muchas escenas sueltas, en muchas conversaciones.

Tal y como dice la propia sinopsis, el caso es que finalmente consigue que su padre no la mande a Houston con sus abuelos y se queda durante las vacaciones a cargo de la vecina de enfrente, Charlotte, que da la casualidad de que tiene un hermano guapísimo llamado Finch que también adora las palabras y estudia nada más y nada menos que lingüística y etimología... en fin, este verano será distinto: será el verano en que todo cambiará para Sarah, tanto a nivel personal como familiar.

Querido Atticus es una historia bonita, aunque los ingredientes desde fuera puedan hacer pensar lo contrario. Repito, bonita. Y realista. Es la sensación que se te queda cuando cierras el libro. Pero es que leer a Sarah es caer rendida a los pies de esta niña de 12 años por su inteligencia fuera de lo normal, su forma de ver las cosas, por cómo las explica y por la claridad de mente que tiene. Por su optimismo, su resistencia. Nada de dramas, de ñoñerías, de condescendencia ni paternalismo. Desde sus doce años lo contempla todo con una madurez impropia de su edad y con un deje irónico que la hace achuchable, poblando la novela de frases de esas que quieres apuntar para que no se te olviden. Muy recomendable, y para todas las edades, diría yo.
Comentar  Me gusta         00



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro