Si en los tribunales me preguntasen bajo juramento qué es la perfección, contestaría sin dudar que una tarde de verano con los pies descalzos, a la orilla de este arroyo, con un palo en la mano y aquel niño inasequible al desaliento de mi timidez.
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Si en los tribunales me preguntasen bajo juramento qué es la perfección, contestaría sin dudar que una tarde de verano con los pies descalzos, a la orilla de este arroyo, con un palo en la mano y aquel niño inasequible al desaliento de mi timidez.
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sus ojos grises siguen teniendo el brillo de los sueños por cumplir, siguen llenos de promesas de arena blanca y arroyos fríos.
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En Serralles el ritmo de la vida se ralentiza y se ennoblece, la luz se vuelve dorada y nuestros vecinos devienen amigos con los que salir a tomar un helado o sentarse en las terrazas de los soportales con un bocadillo de beicon y queso caliente y una cerveza fría.
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—Estoy tan cansado que no puedo ni pensar. Pero dime que te quedarás todo el otoño, todo el invierno, toda mi vida.
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—No todas las historias suceden como nosotros deseamos —le advierto—. Pero eso no significa que, pese a todo e inesperadamente, no puedan tener finales felices.
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Un niño de alma generosa e inquieta que fue capaz de cruzar la plaza bajo el sol tremendo del mediodía y sentarse a mi lado para arrullarme con su voz —mi faro en la tormenta— la primera de un millón de veces.
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—Ahora sé que te he querido sin paréntesis, sin períodos de tiempo. Desde la primera vez que te vi sola sentada en la fuente, con tu pelo de princesa de cuento recogido en dos coletas y tu vestido amarillo de tirantes de niña buena. El primer verano en el que comprendí que ibas a ser protagonista de todas mis aventuras. —Me regalaste un mundo —
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Te he querido siempre —pronuncia con voz ronca—. Lo sabes, ¿verdad? Me he condenado a esta vida sin ti, convencido de que acabaría olvidándote. Sin ponerme en contacto contigo, huyendo del pueblo cada vez que intuía que tú estabas. Con miedo de encontrarte al girar una esquina de piedra y descubrirte feliz de la mano de otro. Porque pensaba que era demasiado tarde y porque te conocí demasiado pronto.
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—Le sorprendería las cosas tan extrañas que se pueden aprender durante el verano. —En eso le doy la razón, mi verano está resultando extrañamente… revelador. —¿ Qué ha descubierto? —Que no importa lo lejos que corras a esconderte, la vida acaba por encontrarte. |
No puede entenderlo. Aquí se para el tiempo y ninguna noticia importa más que las cosechas de la tierra, la llegada del camión del pescado o las aceitunas la señora milagros. En Serralles el ritmo de la vida se ralentiza y se noblezce, la luz se vuelve dorada y nuestros vecinos que devienen amigos con los que salir a tomar un helado o sentarse en las terrazas de los soportales con un bocadillo de beicon y queso caliente y una cerveza fría.
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¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?