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Crítica de Elherrera


Elherrera
01 November 2019
“En su deseo confundía las sensualidades del lujo con las alegrías del corazón, la elegancia de las costumbres, con las delicadezas del sentimiento.”

Los aburriré apenas un poco elevando la importancia de la opinión y consejos de un asesor literario, lo que viene ahora es fundamental, en 2019 casi de forma indirecta “El flaco” ha construido buena parte de mi biblioteca, y digo indirecta, pues con el consejo de "Iniciarás en la literatura y verás que se repiten muchos nombres, cuando lo veas por todos lados, léelo" he conseguido conocer a muchos de los más grandes escritores de todos los tiempos. (Supera esto Balcells) Así pues, en la inmersión, entre tantos espacios y foros, en pláticas, que a través de los nuevos medios se vuelven personales, me encontré con la recomendación reiterada de Mario Vargas Llosa de la obra maestra de Gustave Flaubert, Madame Bovary. ¿Acaso en realidad es la literatura quien te encuentra?

Una obra publicada en 1857, ¿Contexto histórico? No hace falta tanto cuento, el reinado de Luis Bonaparte, una post revolución francesa con los hombres creando su propia historia y, una vez más, con las mujeres olvidadas.

Construida con letras perfumadas se cuenta la historia de Emma Rouault casada con la cotidianidad que le brindaba Charles Bovary, un médico de procedencia humilde, forjado con trabajo, antes casado con una mujer viuda que irónicamente lo vuelve viudo en las primera páginas, permitiéndose así encontrar a la hermosa Emma para casarse y procurar una vida de comodidad como médico rural en yonville, un pueblo que dicen que dicen tiene su inspiración en Normandía. (Que chulada)

No existía antes de Flaubert una novela construida de forma tan poética, que por cierto reproduce de muy buena forma en mi edición “Sepan cuantos” de Porrua, prosas en español que encuentran la musicalidad buscada por Flaubert tal como lo cuenta Marito (MVLL), y que, aunque en otro idioma, emula en tempo y dulzura a su idioma original.

Las mujeres, que para ser “Buenas” eran educadas en escuelas que procuraban las enseñanzas mínimas para las buenas esposas, daban la seguridad de la inversión del tiempo en casa mientras los hombres salían a ejercer sus oficios, profesiones y vicios, Madame Bovary hacía lo propio, un hogar impecable hacia juego con su pulcra belleza, mientras que en el tiempo restante se rodeaba de novelitas de la época que le vislumbraban una vida que con claridad se alejaba de la suya, soñaba pues vivir en parís, en la comodidad que, en sus ensueños, le brindaría la opulencia, los buenos modos, y los lujos que los grandes hombres se permitían en un idilio de poder económico que el médico Charles Bovary no podía brindarle, y que, ante los ojos de Madame Bovary, los colocaba en la mediocridad, con un esposo sin propósitos, envidiando pues los comportamientos de aquellos que, para ella, cumplían con los adjetivos de la masculinidad.

Vivió así Madame Bovary, con los dientes apretados en el desacuerdo de la vida que le había tocado, enrollándose en aventuras que la sacaban en un principio del lodo de la mediocridad en el que se sentía vivir, alejando de ella a su hija Roberta para acudir al señor Lherheux, el comerciante que complacía sus gustos suministrándole de todos los enseres que a su antojo disponía para cubrir un hogar de lujos que no podía pagar, insatisfecha probó el amor en los brazos de Rodolfo, quien desde el principio tenía claro su objetivo, y que en cierta forma hacía lo mismo que el comerciante, le brindaba dosis de respuestas que, sin saber, ella misma construía para amainar sus deseos tergiversados, pues hasta el desamor se había vuelto necesario y la falta de un sustento le aprisionaba cada vez más el pecho, que le pedía una salida.

“Es que tiene unos ojos que se le meten a uno en el corazón como dardos, ¡Y esa palidez! …¡A mi me encantan las mujeres pálidas!”

Gustave Flaubert hace de esta obra un paseo pictórico de costumbres y entrecalles, henebrando vestidos y letras que envuelven una magnifica historia, la insatisfacción de un personaje que por su certero desarrollo hace de Madame Bovary un término médico real para el alto grado de insatisfacción aguda que a lo largo de la novela se desarrolla, nace el Bovarismo.

Lo recalca en el trágico final de Emma Bovary rebasada por los secretos de una vida que buscó y que nunca notó que tenía en las manos, las aventuras totalmente reproblables en la época de su publicación hicieron de este clásico una disrupción en la materia, el libertinaje y la ingobernabilidad de los deseos que Emma Bovary, para la época significaron un levantamiento inaceptable de la feminidad, la búsqueda de su estabilidad.

En la obra toma mucha relevancia el comerciante Lherheux quizá como el principal provocador de un final que ya se antojaba miserable, una vida de sinsentidos, de abandonos, con destellos de felicidad para Madame Bovary solo cuando el médico Charles Bovary esta a punto de encontrar el éxito en la medicina y esto supone una mejor posición social futura, o cuando confiada en el amor que Rodolfo le prometía se ensoñaba en una nueva vida de opulencia con una hombre en todo el sentido, y aún más cuando sumida en lo más hondo del abandono volvía a ella su amigo para entregarse a una nueva aventura buscando nuevamente el amor que creía perdido.

Es Madame Bovary uno de mis tres mejores libros leídos este año, una muestra de que a veces la miseria está definida por nosotros mismos y la forma como nos consolamos con falsos medicamento para aliviar el sufrimiento por la oscuridad de nuestra vida.

Debo decir que luego de esta lectura puedo decir que solo hay una cosa más miserable que la Vida de Madame Bovary y esa es la película de Madame Bovary.

Enlace: https://donescribidor.blogsp..
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