Nunca se me secará el corazón mientras lo alimente de palabras. Nunca se me hará odiosa la vida mientras pueda llorar y reír y pensar con las palabras de otros que después haré mías. Nunca habrá tedio en mi mundo.
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Nunca se me secará el corazón mientras lo alimente de palabras. Nunca se me hará odiosa la vida mientras pueda llorar y reír y pensar con las palabras de otros que después haré mías. Nunca habrá tedio en mi mundo.
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Nunca vi tantos libros. En las tiendas, en las casas, en la escuela. Madrid es un libro. En él puedo leerme la vida mía y la vida de millones. Madrid es un libro abierto. A veces un drama, otras una pantomima, muchas tragicomedia, casi siempre un sainete. Y yo, ahora que los he probado, no sé ya vivir sin ellos, me he vuelto adicta como los chinos al opio: soy adicta a los libros.
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Que sepan que las guerras solo sirven para matar y morir. Esta, especialmente. Hace tiempo que perdió el idealismo, si alguna vez lo tuvo. Ahora se ha convertido en una gran máquina de picar carne, nada más. —Escribiré lo que vea, tienes razón. ¿Crees que podré ayudar en algo? —Lo sabrás en cuanto llegues al infierno. —¿Y seré capaz de escribir la historia del infierno? —Tú vivirás su historia. Escribirla te ayudará a regresar de él. |
Fue en Francia donde lo descubrí. Que la línea que separa la belleza del espanto es delgada y a veces gira sobre sí misma; tanto, que impide saber dónde acaba el principio y empieza el final. Que es posible alzar los ojos al cielo para admirar el brillo de una estrella y en su lugar encontrar el destello de una bomba cayendo sobre inocentes. Que la mano que arrulla a un niño también puede arrasar un pueblo a cañonazos. Y que la que cura y venda, en ocasiones, solo consigue que el soldado tarde más en morir, que muera sano y que lo haga matando... |
¿Quién es el autor/la autora de Episodios Nacionales?