La España en la que creo

Alfonso Guerra escribió este ensayo tras los sucesos del procés catalán con un objetivo claro: alzar la voz frente a la deriva que estaba asumiendo el Estado, así como una parte de la sociedad. Por ello, en el libro se reivindican el estado de derecho, el respeto por las instituciones y los marcos de convivencia acordados, así como el papel de concordia de la Transición y la importancia de la Constitución.

Guerra deja claro que, en su opinión, el procés es un golpe de Estado y que ante eso no cabe negociación posible. También analiza los motivos del auge del independentismo así como otras tendencias políticas, habla de una posible reforma de la Carta Magna e incluso diserta acerca del concepto de España.

Sin duda es una lectura política muy interesante de manos de un histórico líder socialista. Además, hay varias partes del libro en la que se vislumbra al Alfonso Guerra de antaño, repartiendo estopa a diestro y siniestro:

- Ridiculiza a los líderes independentistas.
- Atiza a Zapatero, al que considera instigador del independentismo catalán por comprometerse a aprobar el Estatut y del que dice que no se entienden, e incluso avergüenzan, sus vínculos con ciertos regímenes hispanoamericanos.
- A Sánchez lo acusa de mentir (¡qué novedad!) y de haber tenido mucho apego a la poltrona.
- A Rajoy lo tilda de vago y de practicar el tancredismo político.
- de Aznar dice que practicaba una política desabrida.
Etc.

Pero, obviamente, el libro admite varias críticas bastante claras:

- Alfonso peca de vanidoso y se vanagloria de ser heredero intelectual de Norberto Bobbio y Lelio Basso, cuando él nunca ha destacado por ser un ideólogo dentro del socialismo.
- Acusa de populistas a otros partidos políticos, cuando él hacía una política muy populista e incluso hacía las delicias de militantes y seguidores en los mítines (el famoso: ¡dales caña, Alfonso!).
- Omite ciertos aspectos polémicos de la historia política del país, como la corrupción del anterior Rey.
Etc.

Si hacemos balance, el libro merece la pena.