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Me generó muchísima curiosidad el título de este libro, y me encontré con una novela muy entretenida y al mismo tiempo llena de ironía y humor negro que me pareció realmente un hallazgo. Gardel, a sus setenta y pico de años, atiende una gomería en Tacuarembó, y como mermó el negocio desde que asfaltaron la carretera, también hace y vende tortas. Lo ayudan el voluntarioso pero básico Braulio, la directora de escuela Adela y su madre Betty, y su fiel can Pichi. Hasta que un día, desde el norte, llegan los zombis. Creo que lo mejor de la novela es la yuxtaposición entre la catástrofe y las costumbres y los habitantes de un pueblo pequeño quedado en el tiempo, desde los policías locales que son tan inútiles que caen en las trampas para los zombis, hasta la empleada de la oficina de telégrafos que ante una avalancha de mensajes urgentes de todo Uruguay privilegia hacerse el mate antes que ponerse a decodificarlos, la novela está plagada de ironía y crítica social de un modo muy orgánico al estilo narrativo. Me pareció una lectura recomendable y original, y definitivamente voy a leer otros libros del autor. |
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