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Crítica de GemaMG


GemaMG
16 February 2021
“Tambien los sitios huelen.
[…]
Quizá no fuese un olor como tal, pero si algo en el aire: una pesadez, un clima de secreto, de cosas que se habían dejado supurar, pudrir.”

Cuando comencé a leer esta novela supuse que, al ser una segunda entrega, habría partes en las que me sentiría perdida… nada más lejos de la realidad. Si algo tiene esta novela es la fantástica contextualización de la relación que, viniendo del pasado, une a los protagonistas. La autora es capaz, aun con pequeñas pinceladas de esclarecer esos vínculos sin ninguna necesidad de explicitar nada del caso anterior, lo cual, por otra parte, ha avivado mis ganas de conocer a Ruth Galloway en sus inicios.
La verdad es que ha resultado ser una lectura muy estimulante y no solo por lo que tiene de novela negra que ya sabéis que me apasiona, sino por todo lo que he aprendido sobre las excavaciones arqueológicas, sobre las mitologías nórdica y celta, y sobre las creencias y ritos de las civilización romana.

“Ruth sabe que tanto la mitología nórdica como la celta le otorgan gran importancia al roble, hasta el punto de que la palabra “druida” procede de derw, “roble” en celta.”

“- En los primeros tiempos de la civilización romana era corriente enterrar a un miembro muerto de la familia dentro de la casa- contesta Max-. En esas tumbas encontramos a menudo las letras DM, Dii Manes: los espíritus de los muertos, o los Buenos.”

Y por encima de todas ellas, la “elevación” y la confrontación de las creencias católicas de nuestro presente y nuestro pasado, no podía ser de otro modo, ya que en la propia sinopsis leeréis que el cuerpo en cuestión, aparece bajo una casa que, en los años 70, era un orfanato dirigido por el padre Hennessey. Y claro, esto le da a la autora la oportunidad de profundizar en las opiniones a favor y en contra del cristianismo, llevándole incluso a “meter el dedo en la llaga” de lo que durante muchos años ocurrió en aquellos “malditos” orfanatos católicos.

“- Venga, jefe, que con las monjas y los curas ya se sabe. Una vez leí un libro cuya historia transcurría en Irlanda, y les hacían de todo a los pobres críos.
[…]
Para ser católico no hace falta ser religioso.”

Hasta aquí el contexto, que como se puede comprobar es más que variado.
En cuanto al paisaje, he disfrutado con las descripciones físicas de las excavaciones y de las marismas, y de esa casa en soledad que tanto me ha atraído y me ha parecido magistral la forma que tiene la autora de describir ciertos fenómenos meteorológicos.

“Dejando al mundo sólido a sus espaldas, han penetrado en un estado único y se desplazan en silencio entre nubes blancas en perpetuo movimiento. No hay puntos de referencia, sonidos, tierra, cielo ni nada que los ancle al entorno. Solo existe el lento avance por un blanco sin fin, el ruido que hacen ellos mismos respirando y el susurro del agua contra el casco.”

Y ha llegado el momento de hablar de los personajes.
Ruth es una mujer profesional e independiente que se encuentra en un momento extraño de su vida, enfrentándose a solas con un embarazo que no todos aceptaran de la misma manera. Y enfrentándose a un caso en el que sus propias molestias y la aparición de un bebe bajo las paredes de la casa la hacen sentir más que vulnerable.
Nelson es un inspector vocacional y entregado. Un gran profesional pero también un hombre de familia que, aunque no quiera se deja arrastrar por su mujer y sus hijas a lugares en los que no siempre le gustaría estar. Y a pesar de parecer un hombre de su tiempo, no deja de sorprendernos con ciertas “salidas” que se alejan de “lo culto” o de lo que entendemos como “igualdad”.

“- Estuvieron aquí 400 años, que son más de 15 generaciones. Y cuando se fueron, se nos olvido todo lo que nos habían enseñado: construir con piedra, hacer obras de ingeniería, cristal, cerámica... Nos hundimos en la Edad Oscura.
A Nelson no deja de enorgullecerle un poco. "Aunque se quedarán 400 años - piensa-, para nosotros seguían siendo extranjeros, ocupantes, por muchos aires que se dieran con sus cristalitos. “

“De él no se esperaba que fuese buena persona, como de sus hermanas, sino duro, deportista, poco diestro con las emociones y apasionado por el fútbol.”

Shona es esa amiga que por mucho que la vida se empeñe en alejarnos de ella, por mas que, a veces, parte de la confianza se pierda siempre sigue ahí.
Cathbad es un personaje que me ha encantado, porque refleja todas las tradiciones de las que la autora nos quiere hacer saber en esta novela, porque concentra en su vestimenta y sobretodo en sus actos todas las creencias “paganas”, y porque nos deja reflexiones mágnificas.

“No hay que dar tregua a los malvados”. Cathbad diría que los sitios guardan el recuerdo de lo malo que ha pasado en ellos.”

El criminal; al que conocemos por las anotaciones que nos va dejando la autora en cursiva a lo largo de la novela y que a medida que avanza la novela se acercan más y más al abismo mental del personajes.

“Me equivoqué de época al nacer. Mi tiempo es el de la disciplina y la autonomía personal, el del sacrificio y la pureza de las libaciones de sangre. El de los antiguos dioses.”

Por supuesto hay muchos más personajes, algunos insoportables, otros incomprensibles y la mayoría de ellos sospechosos. Porque la autora no nos deja ver el final hasta casi el mismo final y eso en una novela negra es fundamental, no ser capaces de anticipar que ocurrirá.
La novela se lee muy rápido debido a los capítulos cortos y a una prosa que carece de artificios y va donde quiere ir.
Una novela con la que he disfrutado de una protagonista distinta y sobretodo con la que he aprendido mucho más de lo que pensaba que haría al comenzarla.

"¿La intención de matar a alguien no equivale a un asesinato?."
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