Valle de nubes

Canción del ocaso fue uno de mis libros favoritos hace ya dos años. La escritura de Grassic Gibbon me conquistó y Chris, la protagonista, me enamoró, al igual que todos los personajes secundarios que formaban parte de un libro rural costumbrista durante la Primera Guerra Mundial. Las descripciones del paisaje al ritmo de las estaciones me llevaron a mi querida Escocia y pude disfrutar de cada una de sus páginas .

Esta segunda parte se inicia en el punto en que terminó la primera. Así que no os voy a contar nada de la trama para no desvelar el final a los que todavía no hayáis leído Canción del ocaso. Sólo diré que seguiremos a Chris hasta Segget, una pequeña ciudad cerca de Kinraddie, que se enfrenta a los cambios en plena postguerra, a la dualidad ideológica, la lucha obrera y de clases en el inicio de la era industrial, con una crisis económica y de valores destacable. Pero en esta ocasión el relato es más coral, no tan centrado en ella, donde los personajes secundarios cobran importancia para mostrarnos una sociedad estancada, que se niega a avanzar, anclada en una forma de vida basada en los cotilleos, las habladurías y los prejuicios, regalándonos situaciones graciosas y momentos inolvidables. Unos personajes que, aunque no estén tan bien definidos como en la primera parte, retratan una sociedad ahora más gris y llena de sombras.

Al igual que hizo con las estaciones relacionadas con la cosecha en la primera parte, esta vez las nubes marcarán el ritmo de la novela según sean más densas o más volátiles, aportando calma o tempestad, y formando una metáfora en la que los sueños se desvanecen como las nubes. Donde una Chris más madura y reflexiva se plantea si sirvió de algo el tiempo perdido en las ilusiones rotas, y en su búsqueda de identidad, aprenderá a valorar lo más tangible y cercano, los momentos vividos y la compañía de los seres queridos.

Reencontrarme con la escritura del autor ha sido lo mejor, como volver a casa. Una escritura realmente característica y reconocible por su lirismo, magnetismo y maestría. Encontrando esta vez el uso de la segunda persona en algunos momentos, que me ha despistado un poco, pero que no me ha molestado en ningún momento.

Una segunda parte más existencialista que, aunque no ha superado a la primera, ha merecido mucho la pena. Espero poder completar pronto esta Trilogía Escocesa que seguro seguirá encandilándonos, y seguir el viaje de Chris que es a la vez la historia de Escocia.

Segunda parte de la trilogía escocesa que se inicia con la ya reseñada 'Canción del ocaso', muy digna sucesora de aquella historia que en su día me fascinó, sobre todo por su hipnótica narración, que en 'Valle de nubes' no deja de maravillar.

Como si te estuvieran contando un cuento, haciéndote partícipe del relato al utilizar en ocasiones la segunda persona, pudiera parecer que no ocurre gran cosa en el libro, pero nada más lejos de la realidad, sucede la vida.

En esta ocasión, Lewis Grassic Gibbon nos presenta un ambiente totalmente caldeado, con los efectos de la reciente consecución de la I Guerra Mundial, la lucha obrera y de clases centra el interés del relato. Pero en su parte menos tangible, el autor construye una preciosa metáfora con las nubes como elemento central, que aparecen y desaparecen, evolucionan, aportan calma o desatan la tormenta o no dejan ver la luz. Y debajo siempre están los insignificantes hombres con sus volubles preocupaciones sobre una tierra inamovible.

Una lectura que invita a parar y disfrutar pausadamente, a paladear, dentro de esta fiebre lectora de leer cuantos más libros posibles en menos tiempo, complementado con una conmovedora nota del editor que no podéis dejar de leer.

Sin duda estoy esperando la publicación de la tercera y última parte de la trilogía para conocer por dónde nos llevará su autor tanto en los geográfico como en lo más metafísico. ¿Habéis empezado ya la trilogía escocesa?

⚠SINOPSIS CON SPOILERS DE LA PRIMERA PARTE⚠

Tras el enlace entre Chris y el reverendo Robert, por motivos laborales se mudan de la agraria Kinraddie al industrial Segget, un pueblo cercano más grande y poblado, instalándose en la casa parroquial el matrimonio y el hijo de Chris, Ewan.

En este nuevo emplazamiento se encuentran una sociedad muy dividida entre los antiguos pobladores y los nuevos; trabajadores de los telares. Entre una clase media devota y tradicional, y una clase trabajadora que reivindica ciertas mejoras laborales que Robert consideras justas, y que le hacen colocarse entre dos aguas de las que le resultará casi imposible salir indemne.

¡Qué bonito es reencontrarte con un viejo conocido! Si algo disfruté de Canción del ocaso fue de la narración de Lewis Grassic Gibbon. Recorrer una aldea a través de anécdotas, entre el ir y venir de conversaciones, acciones y curiosidades de los distintos habitantes de Kinraddie. En Valle de nubes, he vuelto a encontrarme con esto, pero diría que escalado a un nivel superior, ya que aquí abandonaremos la apacible aldea de Kinraddie para adentrarnos en un pueblo, Segget, plagado de habladurías y en un contexto social muy dividido y fracturado entre clases tras una guerra que igualó a unos y a otros.

En esta segunda parte de la trilogía escocesa, seguiremos acompañando a Chris, que tras abandonar Kinraddie, se desplaza a Segget con su familia. Tras la finalización de la guerra, la sociedad escocesa está más dividida que nunca y Segget no dejará de ser un retrato o una muestra de lo existente en la época. La tensión entre unos y otros se respirará en esta representación que nos hace el autor y es muy interesante la postura del pastor a lo largo de toda la novela.

Resumiendo, creo que Valle de nubes no alcanza el alto nivel que tiene Canción del ocaso, pero es una continuación que disfrutarás seguro si te gusto la primera parte. Aquí Grassic Gibbon abandona un poco la figura de Chris para convertir la historia en una novela mucho más coral. Además, las hilarantes historias que encontraremos en esta segunda parte te harán soltar alguna que otra carcajada en más de una ocasión. Por otro lado, he echado de menos personajes secundarios tan potentes como lo fueron Chae o Rob en la primera parte y me ha costado darle un sentido al uso de la segunda persona en algunas partes de la historia.

Sin nada más que decir, me muero de ganas de poder disfrutar de la tercera parte que parece que en inglés lleva por título "Grey granite".

'Valle de nubes' continúa la historia de Chris Guthrie, nuestra protagonista que por diversos motivos abandona Kinraddie junto a su familia para mudarse a Segget, el escenario principal de esta segunda entrega. Allí se enfrentará a los desafíos de la vida en una comunidad rural en constante transformación, que reflejará el cambio social, político y económico que se produjo en Escocia en los años veinte.

Volvemos a encontrarnos con el particular estilo literario de Lewis Grassic Gibbon: una prosa evocadora, nostálgica y muy visual, con la que nos sumerge de lleno en Segget, en sus calles y en las vidas de sus peculiares habitantes, capturando la esencia del paisaje y la cultura del país. al final es una novela muy coral con la que Gibbon explora una amplia gama de experiencias y perspectivas, y me ha parecido excelente la introducción de los nuevos personajes y sus evoluciones. Son todos unos secundarios notables que nos regalan escenas bonitas, entrañables y en algunos casos desternillantes. También me ha gustado mucho ver el cambio de Chris respecto a la primera parte, ver cómo ha madurado su personaje y cómo sigue creciendo con inquietudes distintas.

Una continuación excelente que seguirá haciendo las delicias de los lectores que disfruten de una historia clásica costumbrista ambientada en el mundo rural.

Siempre que leo segundas partes, trilogías, sagas… me da miedo que no me impacten tanto como lo hizo el primer libro. Con “Valle de nubes” no me ha pasado para nada eso.

En esta novela acompañamos a Chris, que dejará Kinraddie (admito que me ha dado mucha pena dejarlo a mí también) e irá a Segger junto a su hijo y su nuevo esposo, el reverendo Robert Colquhoun, una pequeña ciudad que servirá a la novela para mostrarnos un retrato de la Escocia de entreguerras y los cambios que trajo.

Con la Primera Guerra Mundial acabada, también vemos cómo termina ese mundo rural que había en la novela anterior. Segget es una ciudad donde la industria comienza a desarrollarse y, con ella, también los prejuicios y la división entre clases sociales: los trabajadores de los telares y el resto del pueblo. A lo largo de “Valle de nubes” asistimos a huelgas, piquetes, luchas entre clases sociales y los problemas de moral de un reverendo al que le asaltan las dudas cuando lo que esperan de él entra en conflicto con sus ideales.
Y Chris sigue siendo maravillosa. Una Chris que nunca se olvida de dónde viene y que planta cara; que no deja de sufrir pero que se recompone y sigue adelante. Me ha encantado más si cabe en este libro.

Algo que me ha parecido increíble del libro es cómo Lewis Grassic Gibbon nos guía a lo largo de todo él a través del cotilleo: el autor nos introduce en los pensamientos de los personajes y también en el rumor y cómo se va transmitiendo voz a voz, persona a persona; nos hace ir “saltando” de personajes en personaje y ha logrado que me sienta una más de las habitantes de Segget escuchando el qué dirán. Y todo ello, sin perder ese estilo tan lírico y evocador que le caracteriza.