El lector de Julio Verne

¿Cómo se puede vivir con miedo, entre dos bandos, sin saber además cuál es el enemigo? Así vivía Nino en Fuensanta de Martos, pueblo de la Sierra Sur de Jaén, entre 1947 y 1949 (el llamado 'Trienio del Terror'), un lugar y un tiempo en los que algunos celebraban una paz que realmente no existía, porque la guerra no había terminado.

Una vida de mierda, según narra. No sólo la suya, también la de sus padres, sus hermanas, sus vecinos. Porque en su pueblo sigue el enfrentamiento: entre la Guardia Civil (de la que su padre es miembro) y la guerrilla formada por aquellos que huyeron al monte. Una vida en tiempos de muerte, torturas, humillación, traiciones, recova, esparto y pleita.

En medio de aquella vida conoce a Pepe el Portugués, un hombre misterioso con el que forjará una entrañable amistad de tardes en el río y charlas. Y gracias al cual, al encontrar un libro en su casa, descubre las novelas de Julio Verne, despertando en él una pasión por la lectura que cristaliza cuando comienza a dar clases de mecanografía con una maestra republicana represaliada que vive en una pequeña casita acompañada, no solo por una colección de novelas de Verne, sino también por obras de Galdós, Clarín o Lorca.

Una vida en la que no se puede vivir y en la que ocurrirá algo que hará que Nino, en una edad demasiado temprana, tenga que decidir qué clase de persona quiere ser.

Una vida y un tiempo que nadie tendría que haber vivido y que Almudena vuelve a novelar a partir de hechos reales. Unas páginas donde vuelve a demostrar que es una maestra de la literatura.

Una vida, la mía, que seguirá siempre rodeada de literatura gracias a libros como este, que me enamoró cuando apenas había leído 30 páginas y me empañó la mirada de emoción al final; y que horas después de haberlo terminado hace que siga pensando en sus personajes y echándolos de menos (no a todos, eso sí), en especial a Nino, que se ha hecho un hueco en mi corazón.
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