El lector de Julio Verne

Muchas gracias Almudena por regalarnos a Nino, con ese paso de la inocencia a la madurez, a golpes de dura realidad, pero viniendo de ti, sabiendo que es tu modus operandi hace que te enganches más.
La autora con su prosa envolvente, desde los ojos de Nino, un niño que va creciendo con nosotros, pone en valor la amistad por encima de todo, el que la vida está llena de grises, ni los buenos son tan santos, ni los malos tan malvados, aunque nos descubre una categoría, la de los cobardes, los peores, por que son capaces de las mayores crueldades, y esos viven solapados en la sombra, hasta que algo les hace saltar al lado oscuro.
Hacía años que no veía a un personaje tan dulcemente construido como Nino, después de haberlo conocido volveré de vez en cuando a nadar con él y el portugués,en el rio de Fuensanta de Martos, pescando cangrejos, o asistiendo a las clases de Doña Elena, o cogiendo libros de su biblioteca.
Los personajes que acompañan a Nino son igual de creíbles que el, y van calando hondo en ti a medida que conoces sus historias, todos tienen su punto de misterio y de enganche.
El marco histórico de posguerra, en la Sierra de Jaén, tomada por los guerrilleros, mantiene en vilo al lector. Un tira y afloja entre la montaña y el valle que es el eje de la parte de acción de la novela, con sus personajes míticos, como el Cencerro, personaje real del que ya tengo apuntada la biografía (ten claro que de todas las lecturas de Almudena vas a secar una o varias).
Una obra maestra de la que no voy a olvidarme, lectura de cabecera a partir de ahora, por que no creo que pueda vivir lejos de Nino y su dulzura, su perspicacia, empatia, amor y respeto a los demás. Una lección más que la Gran Almudena nos ha querido dejar en las páginas de este libro.