deberías hablar con Alguien: Una psicóloga, su terapeuta y un viaje revelador por el alma humana

Antes de empezar a hablar del libro como es debido, debo confesar: no hago terapia. Pero tal vez debería. No porque tenga una razón específica, sino porque entiendo que hacer terapia solo beneficiará a mi vida, a mí y a quienes viven conmigo. Mientras leía Debería hablar con alguien, ese sentimiento se volvió cada vez más urgente: sí, tal vez realmente debería hablar con alguien.

La autora del libro, no solo es escritora, sino también terapeuta, y su trabajo en este libro muestra las dos caras de la moneda: la suya, como paciente y también como terapeuta. Lori decide buscar ayuda profesional después de desahogarse con una amiga sobre lo difícil que fue para ella superar la ruptura con el novio con el que pensaba que se casaría. Aunque trabaja como terapeuta y ayuda a sus pacientes a comprender su angustia, miedos, culpa o cualquier otro sentimiento que les cause malestar y sufrimiento, no es la mejor persona para tratarse a sí misma. El terapeuta, aunque capacitado para afrontar todas estas emociones, tan intrínsecas al ser humano, no es inmune a los sentimientos al igual que cualquiera.

Es así como nos embarcamos en los relatos que nos cuenta Lori en Deberías Hablar con Alguien. Si por un lado la tenemos como terapeuta lidiando con sus propios pacientes y sus sentimientos, por otro lado la tenemos como paciente tratando de lidiar con sus propios sentimientos y el dolor de haber terminado una relación que ella creía que se basaba en amor y compromiso. Este intercambio de narrativas es lo que hace que el libro sea tan creíble y necesario, mostrando la importancia de buscar ayuda profesional y no solo desahogarse en las redes.

Por parte de sus pacientes, la autora nos cuenta las historias de cuatro de ellos (con nombres ocultos para preservar sus identidades reales): John, un ejecutivo de Hollywood con premios Emmy en sus estanterías pero que piensa que todos a su alrededor son idiotas que no saben absolutamente nada de nada; Rita, una mujer de setenta y tantos años que tiene la culpa de no proteger lo suficiente a sus hijos de su exmarido abusivo; Charlotte, una joven de veintitantos que tiene un problema con la bebida y entabla relaciones amorosas fallidas, una tras otra; y Julie, una joven recién casada que padece un cáncer terminal. Cada uno de ellos aporta informes y perspectivas sobre diferentes momentos de su vida y las actitudes que adoptan para no lidiar con temas demasiado dolorosos. A lo largo del libro, la autora narra cómo, poco a poco, logra abrir huecos en las conchas que erigieron alrededor de sus dolores y cómo, también paso a paso, empezaron a comprender cuáles eran los dolores reales que enfrentaban y cómo podrían afrontarlos mejor.

En cuanto a las historias de los pacientes, todas me llegaron de alguna manera. John, aunque parece tener absolutamente todo en la vida, un trabajo que le gusta, dinero, reconocimiento y una familia que lo ama, ha tenido sentimientos intensos desde la infancia y es solo a través de la terapia que puede procesarlos y acceder a ellos nuevamente sin tanto dolor. La tristeza y la culpa que siente Rita es demoledora y, por lo tanto, entiende que no puede permitirse ser feliz; en su opinión, tener cualquier tipo de alegría en la vida es invalidar el sufrimiento que sintieron sus hijos. Charlotte, aunque joven y llena de vida, lucha por comprender su lugar en el mundo y, cuando sufre, recurre a la bebida. Y Julie, lidiando con el cáncer y la realidad de una vida interrumpida tan temprano, intenta aceptar su destino mientras se prepara para morir, dejando a su esposo a una edad tan temprana. En un nivel u otro, lo más sorprendente de cada una de estas historias es que simplemente no tenemos idea de lo que sucede en la vida de la otra persona más allá de las apariencias. Sus relatos rebosan de vulnerabilidad y requieren una gran dosis de valor para ponerse en esa posición, para abrirse a alguien.

Y es esta misma vulnerabilidad la que Lori Gottlieb necesita mostrar a su terapeuta, Wendell. Ella cree que solo necesita unas pocas sesiones para ayudarla a superar la ruptura con su novio, pero las reuniones con Wendell son aún más importantes para ella de lo que podría haber imaginado al principio. Lo que la trajo a él fue un corazón roto, pero descubre que todavía tiene muchos otros problemas en los que trabajar: sentimientos y experiencias que guardó, olvidó. Es un hallazgo asombroso para ella, pero este nuevo conocimiento sobre sí misma la transforma, no solo a nivel personal, sino también profesional. Comprende que, al igual que luchó en las consultas con Wendell para conectar su pasado y presente, sus pacientes estaban pasando por las mismas cosas, entendiendo con cierta renuencia cómo sus viejos comportamientos problemáticos se reflejaban en las personas que son hoy. Ser honesto sobre estas cosas, según Lori, es una de las formas de aceptar los problemas que marcan nuestras vidas y trabajar en ellos para que nos sintamos más cómodos en nuestra propia piel.

Deberías hablar con alguien es un relato delicado y verdadero que también actúa para desmitificar la terapia. La autora , con su escritura fluida, ingeniosa y de buen humor, no deja de narrar el backstage de su trabajo, cómo funciona una terapia y sus beneficios no solo para quienes la atraviesan sino para quienes conviven con el paciente en cuestión. . Uno de los aspectos más interesantes del libro, al menos para mí, que nunca he estado en terapia, fue exactamente "echar un vistazo" a lo que sucede a puerta cerrada en una oficina, detrás de escena. A través de la mirada de Lori, ya sea con sus propios pacientes o durante las consultas con Wendell, pude tener una mejor idea de cómo funciona la terapia y lo importante que es encontrar un profesional tan capaz como empático, características presentes en ambos. Lori y Wendell.

Otro punto muy importante es que Lori es precisa al dar una idea de qué es la terapia en sí y cómo funciona el tratamiento para cada persona. Por supuesto, en el libro solo tenemos un recorte y la forma en que la propia Lori Gottlieb trata a sus pacientes, pero encontré, en cualquier caso, una visión muy esclarecedora de cómo funciona esta dinámica.

Lori Gottlieb logra ser increíblemente inspiradora en los momentos más diversos y hubo muchas veces en las que lloré mientras leía o me identifiqué , de alguna manera, en las personas cuyas vidas aparecen durante la narración. En un momento del libro, Gottlieb dice que lo que estamos leyendo no es terapia, sino una historia sobre ella: "cómo nos curamos y adónde nos lleva". La autora no minimiza al describir los procesos que atraviesan ella y sus pacientes; la terapia no es fácil, dolerá en diferentes momentos y la mayoría de las veces no sabrás qué hacer con todos los sentimientos que aparecerán, pero al final será liberador.

Además de los momentos de conversaciones con pacientes y otros terapeutas, el libro también funciona como una especie de memoria de la autora, quien ingresó al mundo de la terapia después de los 30 años - Gottlieb recorrió un camino único hasta convertirse en terapeuta, comenzando su carrera trabajando en programas como Friends y ER, estudiando medicina después de estar desencantada con el mundo del espectáculo.

Deberías hablar con alguien no suele ser el tipo de libro que elijo leer. Normalmente opto por la ficción, y esta es mi forma favorita de escapar del mundo y de mis problemas. Pero las palabras de Lori Gottlieb, sus experiencias, me han dejado una huella que no olvidaré pronto. al tratar con problemas graves como la muerte, la depresión y la ideación suicida, El libro puede abordar todos estos problemas con sencillez y facilidad mientras descubre la terapia.

Ni siquiera sé qué escribir sobre este libro.
Ha sido tan revelador, tan real.
Nunca me esperé encontrar en este libro algo tan transparente. La historia de la autora, como terapeuta y como paciente me hizo sentir que no estaba sola, que era comprendida. Cuando eres terapeuta te encuentras con un mundo que te exige reprimir al máximo tu condición humana, dejar de sentir o por lo menos expresar algo que te mueve el alma con el fin de mantener esa "postura profesional". Me sentí abrazada y escuchada a pesar de estar leyendo la historia de alguien más, porque, en varios aspectos también era mi historia.
Gracias a la autora por tan magnificas palabras, me hizo perdonar y reivindicar mi profesión, y también me hizo perdonarme por auqellas veces en las que decidí ser humana y transparente con aquellos que decidieron abrir su corazón conmigo y mostrat su lado más vulnerable.