Trafalgar

When in Rome, do as the Romans do o, lo que es lo mismo, "a donde fueres, haz lo que vieres". Palabras que a Trafalgar le entran por un oído y le salen por el otro.

Lo que hace a Trafalgar una lectura especial, es la forma en la que está escrito. Dejando de lado lo absurdo e inverosímil, (para lo que yo no estoy hecha, la verdad, ni me gusta leer), la historia es contada por el mismo Trafalgar a través de conversaciones en un bar con sus amigos o con la misma autora y después ellos nos la relatan. Y, como el chisme es mi pasión, me encontré con mi mero mole.

Son varios cuentos de ciencia ficción que cuentan las aventuras de Medrano Trafalgar, un comerciante que viaja a otros mundos y termina enredándose en situaciones que lo acercan a la horca por no adaptarse o no entender las costumbres del lugar o, simplemente, por pura casualidad.

Mis favoritos fueron dos: uno en el que llega a un planeta igualitito a la Tierra, pero 500 años más joven, y termina nada más y nada menos que en la corte de los Reyes Católicos; y, el otro, cuando llega a un mundo en el que se resisten al cambio: nada de electricidad, ningún medio de transporte y mucho menos dejar ingresar las mercancías de un forastero.