Una mujer ya anciana camina junto a su hija por las calles de Manhattan. Sus paseos van dibujando un mapa por esa cuadriculada ciudad, perfilando un retrato de sus habitantes, barrios y negocios. al mismo tiempo, estas dos mujeres charlan, recuerdan, discuten. Décadas atrás, casi una vida antes. Estas dos mujeres viven en un edificio en el Bronx. La hija, la narradora, la autora, es aún una niña. Los sucesos de aquellos años definirán cómo será al crecer. En el momento de formación de su identidad, deberá enfrentarse al fallecimiento de su padre y el eterno duelo de una madre siempre doliente. Al mismo tiempo, esa niña, luego esa joven, encontrará dentro de ese edificio, que es un universo propio (y del que podríamos hablar largo y tendido), dos modelos de mujer opuestos y no complementarios. Por un lado, en casa, su madre, dura, autoritaria, emigrante, comunista, judía y con una devoción por el matrimonio. Por otro, Nettie, una vecina joven, exuberante, sensual y con una relación con los hombres temporal y física. A lo largo de su vida, niñez, juventud y madurez, Vivian copia, se rebela y asume que los roles de esas dos mujeres han marcado su vida. En este difícil camino, el lector parece mirar constantemente por un agujerito en la pared de la intimidad de la autora. La madre es una figura que asfixia, a su hija y al lector. Una mujer con fuertes convicciones políticas, implicada en asuntos sociales que, tras ser madre, es obligada a quedarse en casa y se convierte en el centro de su edificio, su nuevo mundo. Una mujer controladora e insegura, en contra de quien piensa diferente a ella. Y aún con todo esto, llegas a entenderla. La relación madre e hija se basa en el constante tira y afloja, llevándose siempre la una a la otra hasta el extremo, tiran y tiran, pero no se rompen. Se hacen daño. Se quieren. ‘Apegos feroces' habla de una relación maternofilial, pero también de mucho más. Es testimonio de una sociedad, de una época; también de la formación de la identidad, el aprendizaje constante, de relaciones frustradas. Vivian Gornick, de quien voy a leer todo. + Leer más |