El internado suizo

La decepción no es algo que se pueda predecir. Es algo contra lo que te estrellas, como la parte trasera de un autobús.

El ego tiene una gran capacidad para aferrarse al amor no correspondido como si fuera una especie de fracaso personal, una mancha irrevocable en los logros del pasado.

No importa lo que haga -protestó Kersti-, nunca encajaré en esta familia. Me veo como ellos, hablo como ellos, pero no pertenezco.

Nuestros padres tienen miedo de que sepamos que se equivocaron. Dios nos libre de enterarnos de que son humanos.

Se necesita de una cantidad excesiva de arrogancia para creer que se puede huir del pasado.

Encontré, en mi interior, un egoísmo y una implacabilidad que no sabía que tenía. Esas no siempre son malas cualidades, sobre todo en alguien como yo. Alguien que pocas veces ha reclamado lo que quería.

-Arrepentimientos...- murmura Kerti- ¿Sábes algo? Cuando Cressida y yo eramos amigas, creía que su vida era perfecta. Cada vez que la miraba pensaba en lo afortunada que era de ser tan bella y adorada y de siempre estar exenta de las reglas que todos los demás debíamos seguir.

He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura…

Había asumido, con la soberbia típica de la adolescencia, que la vida sería eterna. En su ignorancia, había dado por sentado al tiempo, había creído que era descartable y abundante.

¿Acaso la implacabilidad y pasión con la que perseguían sus deseos más personales, la voluntad obstinada y la negación a aceptar un "no"como respuesta o a darse por vencida no demostraban que las dos poseían, en el interior, el mismo egocentrismo y la misma tenacidad? Quizás ni siquiera fuera algo malo.