Después de Kim

Aunque el eje central de esta novela es la muerte de una hija y lo que esto supone para unos padres, es en realidad un canto a la vida. Una vida que hay que aprovechar, disfrutar y admirar. Los pequeños detalles, los seres que nos rodean, las experiencias buenas y malas, todo forma parte de lo que somos y es lo que nos hace únicos.

Con esta novela no nos encontramos ante un drama. Aunque el tema es duro la novela se centra mucho más en la floreciente relación de amistad entre estos padres, la búsqueda del asesino de su hija y, sobre todo, de cómo esa pérdida les enfrenta a su realidad y les ayuda a ver lo pequeñas y tristes que eran sus vidas hasta ese momento. Estaban tan encerrados en sus propias vidas que no eran capaces de ver más allá.

Al principio, los protagonistas de esta novela no me caían especialmente bien (no es que fuesen precisamente los mejores padres del mundo), pero poco a poco vamos conociéndolos y vamos entendiendo algunas de sus posturas, aunque solo me pasa con John, que a pesar de todo, no se rinde y hace de medio-policía-ingles.

Sin duda es una novela muy triste y bonita a la vez, que hay que saber disfrutar y te deja un montón de valores aplicables a tu día a día.
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