Galaxia Cicatriz

Concebimos nuestras vidas como ríos. Como corrientes de agua que siempre avanzan, que nunca se detienen. Que confluyen o se bifurcan estableciendo o rompiendo relaciones. Que jamás volverán a un punto anterior.
Cada una de las decisiones que tomamos nos definen. Marcan el rumbo de nuestra existencia y lo condicionan todo. Nos pueden llevar al lugar que siempre habíamos soñado o a aquel en el que nunca quisimos estar. La realidad es única, inmutable, inapelable. Intentar escapar de nuestros errores es igual que hacerlo de un agujero negro. Imposible. Una vez traspasado el Horizonte de sucesos, no hay marcha atrás. Eres arrastrado, destruido, aniquilado. O tal vez no.

Helen y Troy comparten techo, pero no cama. Tampoco vida. Se rehúyen, se repelen, se repugnan. No está muy claro lo que ha ocurrido entre ellos; si simplemente ya no se aman, o si evitan mirarse para no tener que recordar qué son o qué hicieron.
Tampoco pueden separarse. Ni siquiera lo intentan porque, de algún modo, lo saben. Son como dos cuerpos celestes girando uno alrededor del otro. Sin tocarse. Sin distanciarse. Condenados a coexistir. Provocándose angustia y dolor.
Troy, científico del MIT, se refugia en su trabajo. La física cuántica es la respuesta. Investiga incansablemente teorías que nadie entiende. Se aísla de todo y de todos. Busca. Se deshumaniza. Está cerca de algo que cambiará lo que entendemos por realidad, pero solo a él le importa. Ama a Helen. Odia a Helen. La desea. La desprecia. La teme. El universo es cada vez más pequeño para ellos ¿Deberían dejarse llevar por la atracción? ¿Unirse, contraerse, implotar? Tal vez sea cierta la teoría del Big Crunch y, después de la destrucción, llegue un nuevo comienzo.

Galaxia cicatriz es una obra melancólica, desasosegante y compleja que combina el realismo sucio más descarnado con altas dosis de terror psicológico y algunas pinceladas de ciencia ficción. Y estas pinceladas son, a la postre, las que conceden oxígeno al lector.

Una obra de atmósfera opresiva e hipnótica. Inclasificable e impredecible. Que salta entre lo tangible y lo abstracto. Entre lo material y lo inmaterial. Entre lo real y lo que aún consideramos metafísico.

Una obra que sustituye bien y mal por causas y consecuencias.

Una obra de personajes atormentados, deshechos y destructivos a los que Pedro P. González, como su magnánimo demiurgo, les concede algo de felicidad.
En ella, el narrador omnisciente horada en nuestro ánimo acumulando metáforas. Machacando, incidiendo en cada sentimiento y en cada sufrimiento. Dosificando información y saltando en el tiempo para que entendamos las consecuencias primero, las causas después. Profundizando en cada detalle. Robándonos el aire. Desgarrándonos como se desgarran los protagonistas. Aplastándonos con el peso de la culpa. de su culpa.

Respirad hondo. Sed valientes. No saldréis indemnes de esta novela. Os dejará un poso negro y denso en el alma. Pero si no la tomáis en vuestras manos, si no os enfrentáis a ella, no entenderéis que la realidad no es única. Que no somos ríos. Que son muchas las vidas posibles. Que la gravedad es poderosa, y más cuando se genera a partir de una cicatriz. La que nos recuerda lo que nunca deseamos y, sin embargo, quisimos. Lo que no pudimos tener y lo que no podremos olvidar. El punto en el que todo empezó y todo acabó. El alfa y el omega.
Pero tranquilos, el viaje valdrá la pena. Tras la última página la angustia desaparecerá. Para entonces habréis comprendido que, si la oscuridad trata de engullirte, tal vez sea porque intenta llevarte al lugar donde deberías estar.
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Hoy os traigo la reseña de Galaxia Cicatriz, escrito por Pedro P. González y publicado por la editorial Niña Loba. He podido leerlo gracias a la iniciativa Masa Crítica de Babelio, así que lo primero, muchísimas gracias por la oportunidad. A continuación os dejo mis impresiones.

Ha sido una lectura desgarradora, de esas que se te quedan grabadas a fuego en la cabeza y en el corazón. En todo el cuerpo. Y no te deja. Una lectura muy humana y realista, que duele y mucho. Estamos ante una historia trágica, y que da mucho miedo, pero no por tener fantasmas , sustos o monstruos, si no porque es un terror humano y cercano. Somos testigos de como la relación de Helen y Troy va directa hacia un precipicio, sin frenos. de como se destrozan el uno al otro, de su triste historia.

El autor ha conseguido meter al lector/a de lleno en esta relación , en su decadencia y desolación, en su cosmos más profundo e intimo. Me ha gustado mucho su prosa y la forma de contar las cosas, bella, delicada y poética, dentro de su drama.

Hay miles de simbolismos y el autor juega con el mundo material y el metafísico de una forma extraordinaria. Aún habiendo pasado más de dos semanas desde que lo terminé, toda esta historia me sigue rondando en la cabeza y no dejo de pensar en mundos, universos, estrellas...

Hay una escena que me dejó un cuerpo horrible y que me afectó mucho. Es más, tuve que dejar el libro aparcado un día entero porque no me encontraba bien, física y mentalmente, para continuar con la lectura. Es una escena en la que están involucrados un coche y un animal. No digo más.

En definitiva, Galaxia Cicatriz es un libro que no deja indiferente a nadie. Lo recomiendo a todo aquel que quiera adentrarse en una lectura diferente, poderosa y con un final que te hará gritar: no, no, NO.


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La culpa es uno de los sentimientos más duros de sobrellevar. La culpa puede hacer que todo se convierta en un caos de dolor y de sufrimiento. El amor ya no puede sostener por más tiempo ese sentimiento de angustia por lo que no fue, por lo que hicimos que no fuera, por lo que nunca llegó a a ser. Y la consciencia de ello acaba con todo resto de ese amor y entonces ya no queda nada que nos mantenga a flote. Sólo la culpa. Y la culpa acaba destruyéndolo todo.
La historia de Galaxia Cicatriz es una historia de desamor y de culpa. Troy es un investigador que consigue el trabajo de sus sueños en un laboratorio. Su esposa, Helen, ve con alivio cómo el nuevo trabajo de Troy los va a ir separando cada vez más. Se evitan y al final acaban convirtiéndose en dos extraños que pasan días sin hablarse. Troy busca respuestas en su trabajo, respuestas a esas preguntas que todos nos hacemos y que está seguro que están ahí, en el universo, en el infinito, sólo tiene que encontrarlas. Helen simplemente se conforma con seguir viviendo.
Al leer este libro me he encontrado con una historia dura y muy real, como la vida misma. Pero también muy cercana y comprensible, porque los sentimientos son algo muy difícil de gestionar, sobretodo cuando nos sobrepasan y no sabemos qué hacer con ellos. Puede sonar algo triste pero el amor no lo puede todo, desgraciadamente. Por eso Troy busca respuestas en la ciencia y acaba arrastrando a Helen en esa búsqueda. Lo que ellos han sido, lo que han tenido, sigue ahí y al final saben que sólo se tienen el uno al otro. Lo que han vivido los ha unido en lo bueno y en lo malo, y así seguirán, juntos, hasta desaparecer para siempre y convertirse en parte del infinito.

En esta historia conoceremos a Helen y Troy. Ellos son una pareja que ya no tiene mucho futuro. Mas bien conviven pero no viven realmente lo que se refiere a su relación. No comparten cama, ni intereses, ni nada lo que una pareja normal suele hacer en común. Podemos decir que su relación esta rota por completo.
Por eso mismo Troy se refugia en su trabajo, en el MIT. de alguna manera esta obsesionado con el y se dedica a buscar respuestas a todas aquellas cosas que los demás ni se plantean. También intenta traspasarlo a su relación con Helen y así poder ¿arreglar? las cosas entre ellos.
Es un libro muy corto que se lee en a penas una tarde. Podemos encontrar una mezcla de géneros tales como terror y ciencia ficción y sentiremos incluso angustia en algún momento y tristeza en otros.
Es un libro raro que se sale de lo común y os lo recomiendo si queréis salir de vuestra zona de confort y leer algo diferente!