La princesa prometida

En lo más alto del más alto acantilado
El desconcierto es lo que nos depara al iniciar esta novela que desde luego trata de una princesa, que se promete con un príncipe, de tres bandidos, o mejor cuatro, que raptan a la doncella y de muchos combates y pruebas peligrosas.
Pero también, cabe decir que La princesa prometida es algo más que un libro de aventuras, que su comienzo no es la historia de Buttercup, sino la historia del niño que soñó toda su infancia gracias a este libro. Goldman se introduce así en su propia historia ofreciéndonos la génesis de su conocimiento de la historia, cómo afectó a su vida y por qué decide compilar el relato de nuevo. Y es que la novela es un buenísimo ejemplo de narrador interpuesto, ya que Goldman es el que en historia nos contará el relato.
Un relato que, en verdad, y a pesar de su longitud, tiene un escenario clave que domina toda la obra. Curiosamente este será el primero de toda la historia y, como su propio nombre indica, acantilados de la locura, nos da la clave para entender la trama y a los personajes. Así, en lo más alto de esos acantilados es donde unos forajidos un poco particulares llevan a la princesa Buttercup, arrancada de las manos de su prometido el príncipe Humperdinck, y hasta donde los perseguirá el misterioso caballero de negro.
Una historia sencilla y un estilo desquiciante
En sí, como podemos ver un poco por la descripción que he hecho, la historia no es muy compleja: una princesa es raptada y tienen que salvarla (punto). Sin embargo, lo que está enterrado entre las líneas de la princesa prometida son muchas más cosas: que la vida no es justa, que el amor pues está bien, pero tampoco lo puede todo; que a veces es mejor censurar las historias a los niños, que los autores que equivocan al escribirlas…
Y toda esta cantidad de información se nos ofrece de manera muy dispar. Durante toda la historia de la princesa, el humor, la ironía y el sufrimiento justo reinarán la narración, haciendo que el lector disfrute y devore el libro con una rapidez pasmosa. Sin embargo, cuando el narrador aparece dejamos paso a la reflexión, al asombro, al miedo y a la angustia de qué va a pasar después, y el libro es igualmente adictivo, pero porque quieres que salga todo bien, porque por mucho que diga que la vida no es justa, tiene que salir bien, ¿no?
Además, a todo esto tenemos que añadir el estilo de la obra. Sinceramente, me cuesta definirlo porque depende del fragmento y además las maneras que se me ocurren de hacerlo pueden llevaros a error. Os diría que es un estilo atropellado, que tiene auto-referencias y que además se interrumpe a sí mismo, pero frente a lo que podamos pensar no molesta, de hecho divierte mucho. Además, los personajes no son simples porque no tengan profundidad sino que nos lo parece porque sus diálogos son muy directos y muy sinceros.
He vuelto a decir «¡Ay, no!»
Mi reencuentro con la historia de la princesa prometida ha sido sobre todo inesperado y desconcertante. Partía de la experiencia de la película que no me gustó mucho y meterme entre sus páginas ha sido no solo reconciliarme con la obra, sino también descubrir una historia que me ha vuelto a tener sentada leyendo sin parar, y eso hacía mucho que no pasaba.
La novela es divertida, tensa y tiene sus puntitos de ironía que hace que el adulto pueda disfrutar aún más de la historia. Los personajes son sinceros y se ofrecen tan cual, los escenarios son los típicos de aventuras y como siempre los buenos no son tan buenos y los malos no son tan malos. Una historia que disfrutaréis porque entre esas líneas donde Buttercup suspira hay algo escondido que nos hace entender un poquito más a ese niño que disfrutó tanto con La princesa prometida. Espero que os animéis con él.

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