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Crítica de gustavoadolfo


gustavoadolfo
23 June 2021
Sé que existen muchas reseñas de esta novela y que la gran mayoría concluyen que es una obra que bien merece la pena ser leída. No se equivocan. Por lo regular, esas reseñas resaltan la juventud de su autor y la alta recepción de la obra. No sobra recordar que Paolo Giordano (1982-) tenía 26 años cuando su ópera prima alcanzó, entre otros reconocimientos: el Premio Strega 2008 de Novela (el máximo galardón literario entregado en su país, Italia), el Premio Merck Serono, el Premio Campiello, el Premio Fiesole de narrativa de autores menores de 40 y el Premio de Literatura Alassio Cento libri. Asimismo, la obra vendió millones de ejemplares y luego alcanzó diferentes traducciones: al inglés, al español, al francés, al portugués y al holandés. En España obtuvo el Premio de los Lectores 2009, de la revista Qué Leer. En el año 2010 se realizó una adaptación cinematográfica de la obra a cargo de Saverio Costanzo (1975-). Por último, es necesario decir que, a pesar de los años que se han sucedido desde su primera edición, el libro continúa siendo editado profusamente. Así que no hay duda: La soledad de los números primos es una verdadera anomalía, un fenómeno poco común en el mundo literario.

Las reseñas también reparan en la bonita metáfora que la obra construye, en la que se relaciona la soledad humana con la naturaleza propia de los números primos gemelos: uno muy cerca del otro, pero separados por los números pares. de esta manera lo expone el narrador: “Mattia pensaba que él y Alice eran eso, dos primos gemelos solos y perdidos, próximos pero nunca juntos” (124). Para este momento, y tal como lo hacen los reseñistas, los lectores debemos recordar que el autor de la novela, además de escribir, es un científico: exactamente, un Licenciado en Física Teórica.

Ahora bien, considero que existen otras razones para que el lector se decida a leer esta novela, por ejemplo:

La forma
Para empezar, quiero llamar la atención sobre un asunto formal que, aunque podría ser una casualidad, prefiero creer que se trata de un acto deliberado: la novela tiene 47 capítulos cortos, todos ellos en el interior de siete partes tituladas (de nuevo: los números primos). Algunas partes contienen un solo capítulo, otras hasta 17. Además de estar tituladas, cada parte está fechada (desde el año 1983 y hasta el 2007); lo que indica el paso del tiempo en la historia: desde que Mattia tiene, más o menos siete años, y hasta que cumple 31. de esta manera, las dos primeras partes están dedicadas a la niñez de los personajes; la tercera y cuarta (fechadas, respectivamente, en 1991 y 1995) a la adolescencia; y, desde la quinta y hasta la última parte, a la adultez de ambos.

En cada uno de los momentos que aquí hemos señalado cambia el tono de la narración, tal como ya es otra la vida de los personajes: la niñez se concentra en las tragedias de los personajes: Alice sufre un accidente que la deja coja de por vida y Mattia se culpa por la desaparición de su hermana. Los capítulos dedicados a la adolescencia exponen una serie consecutiva de crueldades que permiten medir los daños ocasionados por sus respectivas tragedias: Alice es víctima de acoso y sufre de anorexia, mientras que Mattia se autolesiona y se aísla del mundo. En comparación a estos primeros capítulos, en los que se prioriza la acción; los capítulos dedicados a la adultez se focalizan en la reflexión y en la manera en que cada personaje asume, para sí mismo, las consecuencias de sus actos pasados, lo que hace que la obra adquiera un tono melancólico.

No sobra decir que la novela empieza narrando, por separado, la vida de los dos personajes: los capítulos impares están dedicados a la historia de Alice, los capítulos pares a la historia de Mattia. Ambos personajes se encuentran, por primera vez en la narración, en el capítulo siete, siendo adolescentes. Luego, los capítulos siguen reservados para cada personaje, pero cada uno de ellos viéndose afectado por la existencia del otro. Es indudable que el encuentro entre ambos los marca en su interior, en la manera en que se ven ellos mismos en el mundo. En el capítulo trece vuelven a encontrarse, físicamente. En este capítulo los protagonistas tienen la primera oportunidad de estar solos en la fiesta de Viola, una conocida del colegio; sin embargo, el encuentro no los alcanza y ambos personajes se separan.

El resto de la obra contiene una estructura similar: momentos en los que ambos personajes se encuentran, mediados por tiempos largos en los que están separados físicamente. A pesar de los encuentros, los personajes no logran confesarse su amor. La lejanía, y con ella la soledad, se hace más patente cuando, en la adultez, Mattia abandona el país y Alice se casa con Fabio.

Al final de la obra Alice propicia un nuevo encuentro, en el capítulo 45. Este encuentro tampoco será definitivo y, de esta manera, los dos últimos capítulos están dedicados –como al inicio de la obra–, a la vida separada de los dos protagonistas: el capítulo con el número par se centra en la historia de Mattia, el capítulo impar en la historia de Alice.

La no-comunicación
La distancia que separa a los números primos, Alice y Mattia, no es propia –únicamente–, de ellos dos. Es una constante que afecta a todos los personajes de la novela. Esa distancia, convertida en soledad, tiene su raíz en la incomunicación. Así la describe el narrador, cuando los protagonistas son adolescentes y luego adultos, respectivamente:

“Hablaban poco, pero pasaban mucho tiempo juntos, sumido cada cual en su propio abismo, aunque sintiéndose sostenidos y salvados por el otro, sin necesidad de muchas palabras” (63).

“Sobre sus cabezas flotaba una gran burbuja llena de cosas que tendrían que decirse y los dos miraban al suelo para no verla” (165).

La no-comunicación también afecta a los padres que han renunciado a intentar conocer a sus hijos; afecta a los profesores que se han desatendido de la vida de sus estudiantes; y afecta a Soledad, la empleada en casa de los padres de Alice, quien prefiere fingir la muerte de su esposo y adoptar el luto, en lugar de aceptar que ha sido abandonada. Incluso, afecta a Nadia, una mujer que Mattia ha conocido: ambos viajan en el asiento de atrás del taxi, separados por el silencio y la distancia que dibujan sus cuerpos, cada uno en su respectivo extremo.

La soledad, como producto de la falta de comunicación, parece una enfermedad que afecta a todos por igual en esta novela: sin importar la edad, el género o la nacionalidad. Resulta indiciario que en el capítulo 45, cuando se narra el último encuentro entre los protagonistas, el narrador repare en el hecho de que los personajes utilizan, con frecuencia, el espejo retrovisor del auto, en el que claramente se puede leer: “Objects in the mirror are closer than they appear” (263); sin embargo, a pesar de ello, ninguno de los dos se acerca, ninguno logra poner en palabras aquello que los invade y los carcome en su interior.

La psicología y la crueldad
La soledad de los números primos también narra la historia del daño que hacen las palabras y los silencios de los adultos. Desde este punto de vista, considero un gran trabajo el que hace el autor al intentar exponer la psicología de los niños y los adolescentes, sus formas de pensar y de razonar, de medir el mundo de los adultos y la manera en que ellos mismos se miden. Así, por ejemplo, y de forma muy triste, percibimos que algunos de ellos llegan a creer que no son nada y que no tienen ningún valor.

Asimismo, esta novela también narra la melancolía de los adultos, así como nuestras inseguridades: la constante evaluación que hacemos de nuestras vidas, esos pensamientos que hacen que nos preguntemos cómo hubieran sido nuestras vidas si hubiéramos intentado algo distinto…

Por último, quiero llamar la atención sobre la institución escolar que reúne por primera vez a los protagonistas. El narrador dice, de pasada, que la edificación data de tiempos del fascismo (49). No creo que sea una mera casualidad o algún dato superficial. Considero que esta mención es un símbolo palpable de la maldad y la sinrazón que afecta a los protagonistas y a sus compañeros de clase. Pensemos en las burlas y el acoso, el chantaje y la violencia, incluso sexual. Asimismo, esta mención es un símbolo de la violencia que infligen los profesores y adultos que ya no están interesados en sus estudiantes y en sus hijos. Los fascistas ya no necesitan llevar uniformes. A veces, tampoco necesita castigar por mano propia: ahora cada quien, antes de ser culpado y antes de ser castigado, decide herirse de la manera que mejor le nazca. Algunos dejan de comer, otros se autolesionan… a la final: todos víctimas y victimarios.

Además de la soledad de los números primos (2008), Paolo Giordano es autor de tres novelas y un ensayo, a saber: El cuerpo humano (2012), Como de la familia (2014), Conquistar el cielo (2018) y En tiempos de contagio (2020). Todas publicadas en español por la editorial Salamandra.

Yo no conozco sus otras obras, así que no sé si lo ocurrido con esta primera novela ha sido suerte; de seguro que no, pues las editoriales y los lectores siguen apoyando a su autor. de todos modos, si fuera suerte, no sería la primera vez –en este mundo lleno de anomalías–, que un escritor produzca al principio su obra de mayor renombre. Y si así fuere, considero que de seguro el éxito de la obra le permitirá al autor dedicar el resto de su vida a superarse así mismo: una verdadera ganancia para alguien que quiere dedicarse a escribir, y una promesa para el propio arte literario.

Enlace: https://guardopalabras.blogs..
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