Al final éramos similares, solitarios y errantes; por algo nuestros silencios simpatizaron.
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Al final éramos similares, solitarios y errantes; por algo nuestros silencios simpatizaron.
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Éramos dos prefectos desconocidos que compartían soledad y poesía.
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¿Es acaso la vida un gran juego de la oca en vertical en el que se avanza de casilla en casilla, por escaleras y ascensores, hasta llegar a la meta?
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Era imposible temer a una persona que miraba y sonreía con luz.
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Es más cómodo reparar en lo de fuera que en lo que uno lleva dentro.
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Manolito ...