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Uno de esos libros que te mantiene en el filo de la sospecha Un libro que arranca fuerte, una pequeña escena recogida en el prólogo datado en 1976 y un primer capítulo, datado en 2014, que describe un asesinato. Con este comienzo y una estructura de capítulos cortos, que alternan presente y pasado, nos vemos inmersos en una investigación policial de nueve días a cargo de la detective Lottie Parker y su compañero, el sargento Mark Boyd. Lottie es una mujer viuda, con tres hijos entre trece y diecinueve años, que no aún no ha superado la muerte de su marido y con remordimientos por la dificultad en tratar de compatibilizar su trabajo y su vida familiar. No es una trama sencilla de ir desenredando la madeja conforme encuentras nuevas pistas. Es una madeja que cada vez está más enredada, que sientes la desesperación de la detective conforme se va complicando el caso con una investigación atascada, datos aparentemente inconexos, pocas certezas y bastantes sospechosos -junto a lo que te vas imaginando como lector con las pequeñas pistas que te ha dejado entrever la autora-. A todo esto hay que añadir retazos de los hechos acontecidos en el pasado, una historia horrible de abusos, de indefensión, ... Hasta bien avanzado el libro, no empiezan a encajar las piezas, los sospechosos se van reduciendo, las relaciones, intereses y motivaciones se van aclarando y cuando ya crees que vas a ver el final del túnel, ... otro golpe de efecto, con mucha tensión. Me ha gustado la trama, la crítica y denuncia de esos hechos del pasado y del presente, la intriga y la tensión que ha mantenido durante toda la historia. Y la ambientación que te transporta a Ragmullin, ese pueblo ficticio de Irlanda. En cuanto pueda, me pondré con el siguiente de la serie: Las chicas robadas y dentro de poco tendremos publicado el tercero: El niño perdido. Valoración: 9/10 Lectura: Febrero 2019 + Leer más |