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Crítica de patriciamiranda782


patriciamiranda782
04 May 2020
Debo admitir que la literatura fantástica nunca ha sido mi fuerte. Hasta ahora.
No porque me disguste el género, sino simplemente porque otros han sido mis derroteros literarios. Sin embargo para todo hay una primera vez, sin lugar a dudas.
Juego de tronos, la primera de las siete entregas de la saga de historias unidas por el título de Canción de hielo y fuego, ha sido quizás el mejor intento de acercamiento al género que la casualidad puso al alcance de mi mano.
Es harto conocido el merchandising en torno a la historia no solo del libro sino de la miniserie televisiva y de más está decir que miles de lectores se han convertido en fanáticos seguidores de la obra que además colma las expectativas de cualquiera que como yo, haga su primer abordaje a textos de este género.
Su autor, si bien se lanza a la fama con esta novela, fue ya un prolífico autor de obras cortas de ficción en los años setenta y premiado con varios premios Hugo y Nebula. al final de esta década (1970) comenzó a publicar sus primeras novelas siendo una de las más populares la primera de ellas: Muerte de la luz (1977). Dicho éxito le permite dedicarse en exclusiva a la literatura, donde mezcla los géneros de ciencia ficción, fantasía y terror. Nace entonces al final de la década de los 90 (1996) Canción de Hielo y fuego y nace también un nuevo éxito editorial que copó la pantalla chica y amenaza con formar parte del 7º arte.
La serie está narrada en tercera persona a través de los ojos de varios personajes. Para el final del quinto tomo (aclaremos que hasta la fecha aún no salieron el tomo 6 y 7 al menos en español), ha habido treinta y un puntos de vista, incluyendo nueve personajes que solo han aparecido una vez. La técnica del punto de vista múltiple no es invento de Martin, por supuesto, pero debemos reconocer que él hace un excelente uso y nunca abuso del mismo.
En cuanto a la temática y planteamiento, no hallarán en las historia de Martin un remedo de El señor de los anillos porque no es un símbolo como en esta lo que los protagonistas persiguen, sino un ideal: el honor.
No hallarán tampoco un escenario vinculado a la mitología, como el de Tolkien, sino uno más cercano a la realidad como lo fuera la Edad Media de nuestra humanidad, la época feudal.
Me excusaré por establecer una pertinaz comparación con El señor de los anillos, no me mueve en absoluto un interés comparativo sino que la tomo como la referencia más inmediata y conocida por los lectores para establecer el vínculo diferencial entre una y otra y mencionar como corolario que nada tienen que ver.
Si bien Juego de tronos (cuando hablo de esta en general me refiero al resto también) no está ambientada en un mundo real, podemos hallar grandes similitudes con la Edad Media, época del Rey Arturo y sus caballeros, por ejemplo con Perceval uno de los legendarios Caballeros de la Mesa Redonda, famoso principalmente por su participación en la búsqueda del Santo Grial, cuya historia fuera inmortalizada por el novelista francés Chrétien de Troyes, considerado por muchos como el primer novelista de la literatura occidental. Pero reitero, la principal diferencia entre aquellas historias y esta, es que la de Martin se acerca más a la literatura contemporánea (existencialista) porque se ponen en juego ideales y no objetos como motivos de búsqueda; a pesar de la conquista de territorios y riquezas como excusa para lograrlo.
Para los amantes de las espadas, las imponentes casas feudales y las luchas por el poder, debo tranquilizarlos diciendo que en Juego de tronos (y el resto de la saga) hallarán todo eso que es además la clave en torno a la cual se articula el eje temático de las historias. Por supuesto, en esas luchas no queda de lado el honor y el valor, sin los cuales no existirían sus antípodas el deshonor y la cobardía, presentes para sustentar el antagonismo necesario que sostiene la trama. En cada enfrentamiento tanto los verbales, que no tienen desperdicio, como en las luchas cuerpo a cuerpo a cuerpo, se ponen de manifiesto la dignidad en flagrante disputa con la ignominia. En este aspecto sí, podemos, si se quiere, emparentarla con El señor de los anillos de J.R. Tolkien y tantas otras que la preceden.
En esta primera entrega: Canción de hielo y fuego, entramos al que ya se ha convertido en el legendario mundo de los Siete reinos donde el verano puede durar décadas y el invierno toda una vida.
Asistimos a la continuación de una lucha que tiene lugar desde mucho antes del comienzo de la novela misma. La lucha de los reyes que se disputan el poder sometiendo o impidiendo ser sometidos.
Invernalia es la tierra del norte, gobernada por lord Stark, el bueno de la historia, mientras su historia dura, que se ve enredado contra su voluntad en un conflicto por la lucha de poder lucha que ni él ni toda su familia pueden ni quieren evadir.
La intriga, la traición, el honor, la lujuria y más, mucho más se dan cita en una trama compleja pero coherente y hábilmente desenrollada que logra atrapar al lector desde las primeras páginas.
Los personajes resultan seres creíbles y tan bien perfilados que desde las palabras parecen cobrar vida a nuestro lado mientras dura la lectura.
Los escenarios, las cadencia en el tono de la historia, el ritmo y las capas y las espadas recuerdan a muchas obras de Shakespeare quizás porque nadie como él pintó los avatares existenciales de la Edad Media, una época que se parece y mucho a la era de Invernalia.
George R.R. Martin nos sumerge en un mundo casi real, casi compatible con nuestra propia historia como humanidad y como humanos a tal punto que logra la empatía inmediata con el lector y esa necesidad que solo los buenos libros generan: seguir adelante con el resto de los tomos prometidos. Los espero.
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