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121 páginas
Editorial: Casa de la Cultura Ecuatoriana (30/06/1962)
Resumen:
A pesar de ser un libro de cuentos, posterior a Brutal como el rasgar de un fósforo, los textos contenidos en el volumen son anteriores y habían permanecido en poder de Miguel Donoso Pareja, quien los puso a disposición de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas para que se rinda justo homenaje a Gustavo Garzón (esto es evidente pues, por ejemplo, el cuentario inicia con el relato ‘Conspiración’, ya compilado previamente en el Libro de posta). En esta obra consta ‘L... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
richmarcelo
 09 August 2022
I

‘Maria', otro de los relatos en los que, a nuestro autor, le bastó titularlo solo con un nombre para aprovechar lo no dicho y que el lector elucubre (esta costumbre se repetirá en reiteradas ocasiones en la presente compilación de cuentos).

Toda la historia ocurre en la calle, cerca de la fachada de un almacén y en el interior de una iglesia. El narrador omnisciente narra lo que acontece entre dos personajes: María y el observador, del que no se menciona su nombre. El «Maria» a secas y su connotación religiosa son importantes de señalar. Se juega con los símbolos luz y sombra, claridad y oscuridad, penumbra e iluminación: «el límite de la claridad que se expandía con mayor fuerza a medida que se acercaba la noche como si esta se resistiera a ocupar el terreno que iba dejando la luz». El observador vigila entre las sombras y ella está iluminada por las luces del almacén; él procura no ser notado. El tiempo de la historia y el tiempo de la narración coinciden, miden los momentos en los que él se oculta y trata de acercarse a ella para decirle que la ama. Pero todo cae en el mundo de lo onírico y fantasioso, pues, mientras él se decide y se refugia en una iglesia barroca, ella hace una aparición paranormal, y queda en entredicho si aquel fantasma es la mujer inalcanzable del almacén o una talla de madera de la iglesia que representa a la virgen María.

‘Mentira general' es una de esas historias en las que algo explota de repente y así se produce un giro sorpresivo en la trama. al principio, conocemos que el protagonista tiene que decirle algo importante a otra persona; algo secreto, y se dirige al departamento a hacerlo. El lector se engancha y baraja posibilidades sobre qué es lo que se dirá en lo posterior. Es ahí cuando viene la explosión: «solamente venía a avisarte que me muero mañana.» ¿Y a quién se lo dice? En este punto se maneja lo no dicho, porque no sabemos si ambos fueron pareja o solo son amigos. Ella está con otra persona, y el protagonista, antes de morir, quiere saber si le importa, si acaso querría traicionar y acostarse con él. Sin embargo, es solo un intento, una patada de ahogado, a fin de cuentas siempre ha sabido la respuesta y solo se auto engaña con una mentira: «No pudo soportar más su compañía, era como estar en medio de una tragicomedia o ser objeto de una mentira general.»

‘De la trascendencia de los pinceles'. Título poético, similar a los títulos usuales de tratados filosóficos. ¿En qué trascienden los pinceles?, o mejor dicho, ¿puede el arte propiciar una transcendencia?

La narración pasa, de la tercera persona en el primer párrafo, a la primera en lo subsiguiente. El cuento ocurre en el Centro Histórico de Quito, con sus «casas hispánicas» e iglesias. Los tres protagonistas están reunidos en la vivienda de uno de ellos; un pintor. Los dos que lo visitan, ingresan al lugar para escapar de sus existencias antes de volver a la rutina laboral. Se sienten cercados por las cosas, y ese es el leitmotiv para visitarlo: «La diferencia es que nosotros, en lugar de muros y barrotes, tenemos paredes, puertas, ventanas y, sobre todo, las cosas.» ¿Será que el pintor tiene a su arte como vehículo de escape, será que le permite trascender la cotidianidad? Nada más falso, él da a entender que tampoco está bien, que al igual que ellos, está confinado en cuatro paredes. Lo no dicho hace pensar al lector si acaso el pintor está enfermo, inválido, o si de plano fallece al final de la historia: «Ahora que ha sucedido, que ya se pronuncia una conferencia analizando su obra, nos preguntamos: ¿qué vamos a hacer?, ¿a dónde vamos a ir esta noche y la siguiente, la siguiente, la siguiente?».

El relato ‘Have you harvested the price of you victories' (Has cosechado el precio de tus victorias) extraña al lector al estar titulado en inglés. Tiene un epígrafe en donde se cita a la novela Cambio de piel de Carlos Fuentes (intertextualidad particular), obra en la que se mezcla lo mítico con lo real y los personajes buscan un cambio de piel o de renovación. En el caso del cuento de Garzón, tal parece que un momentáneo delirum tremens posibilita la epifanía y renovación del personaje principal.

Como es usual en nuestro autor, la narración nos sitúa en un nuevo sitio común; una especie de departamento en el que habita una pareja: Aida y quien protagoniza la epifanía. El narrador omnisciente describe los objetos del lugar con la finalidad de crear la atmósfera, pero una de estas naturalezas muertas es la de mayor relevancia, y hasta se transforma en un personaje que propicia el conflicto. El espejo es un doble, reclama, juzga y funge de testigo (el espejo es otro de los símbolos preferidos de Garzón, también el cigarrillo, como vehículo irruptor): «el hombre continuaba mirándolo, reprochándole procederes que sabía no estaban de acuerdo a lo que de él se había esperado y que, seguramente, alguien aún seguía esperando.» La epifanía se produce cuando el personaje, al observar los objetos que le rodean —la mayoría relacionados con su carrera de poeta: diplomas, menciones honoríficas, evidencias de su «panfletarismo»—, siente que estos dejan de significar y de representar. Es ahí cuando, ante un auditorio invisible, proclama: «decir que todo arte es insubstancial si no conlleva un cambio constante de actitudes, un aceleramiento del proceso dialéctico que, indudablemente y sin autoproclamarse el nuevo Jesucristo […], implique la destrucción del artista en su ego, ultraego, infraego y otros egos que a continuación se descubren.» Lo que, azuzado por el espejo, le lleva a complementar lo dicho con una ceremonia, en la que quema todos sus papeles. Su pareja, Aida, lo encuentra en un completo desorden, en estado de delirium tremens, vomitando en sí mismo. Cuando va a socorrerlo, un pedazo de periódico aparece como elemento clarificador; en él se anuncia la invasión a Nicaragua (quizás su estado se debió a que, ante los problemas del mundo, los laureles literarios no sirven para nada), y el espejo devuelve el reflejo de una página en la que, al parecer, el poeta ha sido premiado de nuevo. Finaliza todo con él diciendo: «dejen dormir, chugcha».

II

‘Hércules ante las gorgonas'. Inaugura una nueva parte del cuentario que, como ya se dijo, está dividido por epígrafes. El narrador omnisciente describe una mañana atípica de un individuo que, cuando quedó listo y arreglado para enfrentar el día, como Hércules enfrentó a las gorgonas, recibe la visita de un vendedor. Los diálogos se dan entre él y su esposa María, y también entre él y el vendedor. Se genera un hecho fantástico cuando se da a conocer al lector que el artículo a la venta es un embrión de dragón: «Saca un cubito de cristal conectado mediante alambres a un aparato similar a un radio de bolsillo, en cuya parte superior titila un foquito.» Para corroborar la veracidad, el vendedor invita a que vean al dragón que ha dejado en el jardín. Sin embargo, queda en segundo plano el hecho fantástico, interesa más la reacción de María, quien se indigna por los destrozos causados por el dragón en su jardín y amenaza con demandar al vendedor y a su compañía; cosa que provoca que el mentado se retire sin concretar la venta.

En ‘Rosita', la historia transcurre de una manera clásica: principio, nudo y desenlace; aunque, existe un hecho que suscita múltiples interpretaciones.
El marco escénico se establece en la sala de una casa, en la que comparten una velada los tres personajes de la historia: el tío Hernán, su esposa Rosita y el sobrino Bernardo. El lenguaje empleado es normal y se hace hincapié en la descripción del entorno para darle un aire elegante a la tertulia. Esto, debido a los objetos presentados: libros, adornos de porcelana, copas, ceniceros y un disco de Vivaldi. Rosita, en varias ocasiones, interactúa con el reloj del pasillo. El diálogo entre Hernán y Bernardo queda en segundo plano, solo se sabe que Bernardo se queja de alguien. La mención a un fantasma deja la posibilidad de que alguno de ellos, o dos, estén muertos y su presencia sea figurada.

Al relato ‘Jorge' no convendría considerarlo a totalidad como un drama humano, ya que, también, en él se juguetea con lo grotesco y lo protervo. Su buen inicio, que nos sitúa en una ciudad, en la que la gente no acostumbra a salir de noche —salvo por una buena razón—, anuncia que su protagonista, Raúl, sí la ha tenido (el lector se engancha al querer conocer dicha razón) y este regresa a hurtadillas a casa. Todas las demás acciones se desarrollan dentro de la vivienda; e importa, en mayor medida, la psicología de los personajes y sus relaciones entre sí. Los otros: Mariana, la hermana; la mamá y el papá; y, en especial, Jorge, complementan lo no dicho para terminar con una exigencia de interpretación final por parte del lector. Algo le pasa a Jorge: «Apenas lo distingue; está sentado, mirando algo que solo él puede ver; un hilillo de baba blanca le cuelga tratando de esconderse entre el pijama», algo que ha destruido a su familia. Raúl lo evita, no desea entrar a su cuarto; Mariana está sumergida en los libros; la mamá enferma y el papá sumido en el alcoholismo. al final, lo que queda a criterio del lector, es determinar la razón por la cual, el padre, al llegar a casa, se irritó al enterarse de que la mamá estaba en el cuarto de Jorge, quién sabe haciendo qué con su hijo: «ahora va a ver la muy puta», «¡carishina e mierda!, ¡no te escondas, vaga!».

Miguel Donoso Pareja, en su revisión de Brutal como el rasgar de un fósforo, considera a ‘La ley' como «uno de los mejores relatos cortos de nuestra narrativa» . Y está en lo cierto, porque, dicho relato, publicado en Paralelo Cero y en la revista Hispamérica (Gathersburg, MD. USA.), llega fácil a niveles kafkianos y, de manera vivencial, retrata lo vivido durante un régimen autoritario: la obediencia, el castigo, el temor y las situaciones límite, insertadas en la psicología de los personajes y trasladadas a la mente del lector.

Una ley absoluta, que incluso puede definir la existencia, la vida y la muerte, la libertad de las personas: «Un hombre seco, anguloso, de mirada ausente, me repitió mil veces el texto de la ley; no comprendí nada. Los artículos penetraron en mi mente, la atraparon. Los acepté como verdad absoluta, la verdad que sería el sentido de mi existencia.» No hace falta mencionar los intersticios de la ley, ni aquello que sanciona, basta con saber que la pareja de personajes, cuando regresan de sus vacaciones, se encuentran con una suerte de toque de queda; han violado la normativa y deben ser detenidos y castigados. En cautiverio los separan, conocen a otros en su misma situación, no saben lo que les espera; salvo que, pronto, podrían ser torturados o asesinados. El que puede vivir para contarla es aquel que decide obedecer a rajatabla la ley: «No me golpearon, no hubo necesidad; ¿para qué? Si estaba consciente de que la ley era la única, la más sabía que jamás había existido.»

En la novela El proceso (1925) de Franz Kafka, nos encontramos con aquel poder normativo y disciplinario que somete al individuo, inserto en una sociedad burocratizada. El individuo decide renunciar a su entera libertad por las garantías de seguridad que ofrece la ley, y por su tendencia humana hacia la racionalidad y el orden, sin embargo, existe el riesgo de que esta teja otros patrones normantes y abusos de poder. Ajustados a la norma, perdiendo la individualidad y auto controlados, los sujetos sociales entregan también su tiempo (por ejemplo, el ajuste de horarios en lo laboral) y espacio (cuerpos situados en viviendas o instituciones), en aras del control. Por ende, la libertad del individuo (que es una mera ilusión dentro de la sociedad burócrata) está supeditada a la norma, tal y como lo ilustra Kafka en El proceso y los avatares que le toca enfrentar a Joseph K., quien, decide obedecer el marco jurídico que se le ha impuesto. A la ley lo que le interesa es que siga funcionando la maquinaria, y es hacia allí a donde orienta sus esfuerzos. K. obedece, se alinea al aparato jurídico por medio de un proceso que no llega a comprender, y cae en una ley de la que ignora la falta cometida, por temor al castigo. Kafka es claro en el cuento ‘Ante la ley' (1915), parábola de El proceso; el mandato es absurdo, pues incluye y excluye a la vez al individuo; la misma ley está fuera de la ley .
‘Un beso', está en el grupo de los microcuentos. Garzón nos presenta a una pareja en el interior de un ascensor. Tal parece que él ha robado un beso. El acto de besarse dura hasta que llegan a la planta baja, cuando se abre la puerta del ascensor, los demás usuarios respetan el beso y cierran la puerta definitivamente. ¿Acaso se trató del beso de la muerte?

‘Ensayo de pecado mortal'. Lo de «pecado mortal» refiere, de entrada, a un ambiente religioso. Quien narra es uno de los personajes, cabe mencionar que son nombrados solo con una letra. Las acciones están ambientadas en el Centro Histórico de Quito, en una iglesia que, para el personaje narrador, se asemeja al monasterio de El Carmen Alto. Lo peculiar está en el interior del lugar santo, allí conviven lo profano y hedónico: cigarrillos, botellas de licor, hombres bebiendo. Las descripciones acentúan este contraste. Lo sacrílego llega cuando los personajes, al dirigirse al patio que linda con el altar mayor, se encuentran con cuartuchos de prostitutas; habitaciones infinitas y bifurcadas. Contraste definitivo entre el placer y lo monástico, entre la castidad y la lujuria.

‘El espectáculo que no quisiera ver'. ¿Cuál es el espectáculo que no quiere ver el autor, o el narrador omnisciente? A los lectores nos sitúan en una habitación. de a poco aparecen varios personajes extraños: un fantasma infante, que siembra el terror; un monstruo mujer; y la misma ciudad, que como ya se ha señalado, se vuelve un personaje relevante dentro de la narrativa garzoniana. El lenguaje empleado en el relato trata de seguir a la par de la extrañeza. En la parte final se cumple lo anunciado en el título: el voyeurismo, el espectáculo; el teatro de público anónimo e invisible, al que se le debe entretener con una escena sexual.

‘Sangre, sudor y lágrimas' continúa con la temática central del relato precedente, es decir, la puesta en escena de una obra teatral ante un público anónimo e invisible; quizás por ello, Miguel Donoso Pareja, decidió tal orden.

A pesar del aparente lugar común en el título, es el nombre de la obra de teatro y en el transcurso de la trama, cobrará sentido lo de «sangre, sudor y lágrimas». al principio acompañamos al narrador personaje, despertándose de una aparente resaca. En la habitación no está solo, lo acompañan Raúl, Lidia y Yoli. Todo sucede, como en el teatro, mediante una consecución de actos: primer acto, el narrador personaje tratando de identificar la música de la radio; segundo acto, el pedido para que este llame por teléfono a la casa de cada uno y así comunicar que sus hijos han participado en una orgía; y el acto final, la llamada a la casa de Raúl, para informar que su hijo se había cortado las venas. Una suerte de tragicomedia, un reírse de la vida, un inmolarse en un experimento macabro, un buscar el significado de la existencia a través de la destrucción.

III

‘La llamada del viernes' abre la tercera parte del cuentario. Por el título sabemos que el relato tratará acerca de una llamada en espera. El narrador personaje conoce a una mujer de la que ha quedado cautivado, ella le da su teléfono y ambos acuerdan volver a comunicarse el día viernes. El detalle a tomar en cuenta radica en el número dado, ya que es una extensión perteneciente al Departamento de Contabilidad de un ministerio, del que no se proporciona mayor información. Lo que resalta en este cuento es la espera, la añoranza de la otra persona y la creciente dificultad de comunicación. Llegado el viernes, por diferentes circunstancias, C no logra comunicarse con Margarita y trata de justificar el problema; quizás ella estaba ocupada. Pero, al final, cuando logra contactarla se da cuenta de la ilusión burlada: ella prefirió centrar su atención hacia otra persona.
‘Yuxtaposición opresiva', de título ocurrente, es una clara intertextualidad con el cuento ‘La doble y única mujer', de Pablo Palacio. Si bien el uso de siameses puede ser un tema común, Palacio es uno de los autores predilectos de Garzón.

El relato tiene un comienzo lapidario: «¡Carajo! Mañana mismo te mato». ¿A quién? ¿Por qué? Es lo que se desarrollará. El personaje principal se comunica con alguien que le resulta insoportable y que lo ha venido acosando durante años. La incomodidad y el tedio hacia el estorbo, se vuelven asfixiantes.

Los siameses fueron abandonados y viven con su abuela; ella los mantiene por pena, pues son hijos del diablo y castigo para expiar las culpas del padre. ¿Será que, pegándose un tiro, el personaje principal se libra de su hermano y termina con el sufrimiento y la carga? El desenlace no está en el campo santo, está en un anfiteatro, tal y como ‘La doble y única mujer'; objetos de estudio de practicantes de medicina.

El gran cronista de una época, Hugo Alemán, quien conoció a Palacio, lo recuerda como un autor de contundente fuerza narrativa, dedicado a la ciencia, en permanente actitud de investigador, anhelante de justicia y redención de las multitudes. Quien, a través de la razón y el saber, penetró en la psicología y el dolor humano, aplicando un toque de sutil ironía y «sátira volteriana». Fue un retratista de la desgarradora realidad: «Los personajes que animan los relatos y las novelas de Pablo Palacio, si bien son fantásticas creaciones de su imaginar, suelen aparecer en escenarios harto reconocibles y ostentar el inconfundible sello de las desventuras y las perversidades humanas.» ¿Acaso Palacio no nos recuerda a nuestro autor; literato, preparado dentro de saberes científicos, luchador por las causas sociales, también retratista y minero de cavernas psicológicas, bajo un manto de sátira e ironía bien logradas?

En ‘Cuestión de humanidad' se realiza una etnografía en un bus; es un relato con un final sorpresivo. El personaje principal, burócrata, quien narra los acontecimientos, en lo posterior, efectuará una acción de «humanidad» con un pasajero («el de la cuestión»). La gente espera en la parada de bus del pasaje Amador o Royal, cuando el protagonista, carente de nombre, logra subirse en la unidad y acomodarse en un lugar un tanto privilegiado y comienza con la etnografía. Buses repletos de gente, ruidosos, hediondos; todo un espacio que deshumaniza a las personas, aún más, a aquellos que casi cuelgan de la puerta de entrada: «extiendo mi mano, la única medio libre; voy desprendiendo sus dedos uno a uno; cierro los ojos, no soportaría su agradecimiento.»

‘Proyecto y ejecución municipales' está dedicado «a casi el 50% de los mecánicos de Ecuatoriana» y está dividido en dos partes: «el qué» y el «el porqué». Si bien, ya nos encontramos con una intertextualidad anterior con la obra de Pablo Palacio, ahora es el turno de una con la narrativa de
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