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Helena, la compañera de piso de Guille le deja para irse a vivir con Simon, su pareja, de modo que Guille, arquitecto con un buen sueldo que vive en un apartamento de West Side, se pone en marcha a hacer entrevistas para encontrar una nueva compañera de piso hasta que aparece Ada, una chica un poco descarada pero con un aire de inocencia que hará que Guille se replantee algo que tiene como lema «no voy a enamorarme». Lo primero que me gustaría destacar es que «Tú y tu maldita forma de ver la vida de color de rosa» no es una historia de jovenzuelos, sino que Guille, uno de los protagonistas, es un treintañero hecho y derecho, de manera que comencé a empatizar con él por la edad. Él se define a sí mismo correctamente desde un primer momento, como un capullo arrogante que piensa con la cabeza de abajo, un poco inmaduro y una autoestima demoledora, pero Guille es más… mucho más. Guille es un chico inteligente, atractivo, con un corazón enorme, sensible, tierno, cariñoso, capaz de calzarse los zapatos de los demás… es simplemente GUILLE, así, con mayúsculas, y me gusta tanto porque es real, porque hay muchas personas así en la vida y creo que la autora ha clavado el personaje (eso no significa que me entusiasme la temática de sus comentarios o conversaciones, sino que como personaje está muy bien definido). Ada, por el contrario, es toda amor. Es una joven divertida, con sentido del humor, con las ideas muy claras, con resiliencia y empatía, capaz de darse a los demás con todo su corazón y sin miedo a nada. Me ha faltado saber más cosas sobre ella, más protagonismo activo por su parte… pero me enamoró desde el segundo capítulo. La historia de Ada y Guille es muy divertida, pero también muy dramática porque se encuentran con un dolmen en el camino que no pueden sortear de ninguna manera, sino que tienen que conseguir enfrentarlo y derribarlo, juntos. Está narrada por Guille, esto creo que le resta un poco de protagonismo a Ada en cierta manera, pero me ha gustado porque normalmente la estrella de la narración suele ser la mujer en lugar del hombre, y poder conocer al personaje masculino de manera tan íntima me ha encantado. La pluma de Yanira es fresca, divertida, ágil y te consigue enganchar desde la primera página. El mensaje que transmite la autora en el libro es muy claro, vive el presente que el futuro ya vendrá, y a tiempo de morirnos siempre estamos, pero para vivir hace falta despertar ahora. Ha logrado narrar una historia de superación, de empatía, de resiliencia, amistad y amor tan real como la vida misma. Hay pocos libros que consigan emocionarme, y éste es uno de ellos. |
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