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Cuando te adentras en cada uno de estos relatos, divididos en cinco sabores (ácidos, dulces, salados, picantes, amargos y umamis) te das cuenta de que no se trata solo de comida, que al leer la experiencia sensorial es completa, porque al fin y al cabo la comida es algo que va mucho más allá del sentido del gusto. Y sí, empiezas a tener hambre, mucha hambre... Cada relato, introducido por una frase de un chef famoso, te hace saborear cada alimento, oler su aroma al cocinarse, contemplar la magia de los colores en el plato, tocar su textura e incluso oír en tu imaginación el ruido (o música) de una cocina o el de la voz de una abuela que canta mientras cocina. Pero lo que es más importante, es que cada uno de estos intensos relatos conlleva en ellos una serie de emociones y recuerdos asociados a la experiencia culinaria, desde el origen de los alimentos hasta su degustación. Los protagonistas son cualquiera de los roles que se pueden desempeñar en el mundo culinario: los comensales, los camareros, los cocineros y los pinches de cocina (profesionales o no), los dueños de restaurantes y el potencial creativo y de disfrute de la comida que envuelve todo. Mi relato favorito, por su ternura y porque me encanta preparar mermelada y adoro cuando toda la casa me huele a fresas es La mermelada de Nana. Y también dentro de los dulces (no puedo evitarlo porque es mi sabor predilecto) me quedo con El Helado mágico. Y por cierto, ¿sabes lo que es el sabor Umami? Yo no lo sabía antes de leer este libro, así que ya estás tardando en lanzarte en descubrirlo. |
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