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“Pero quien la conozca a fondo no hay nadie. Vive sola con su padre allí, tan lejos, a diez leguas de la casa más cerca. Pero es buena. Acostumbrada a la soledad”. ~ Bodas de sangre de Federico García Lorca. ¡Qué diferencia leer Lorca con 15 años y leerlo ahora! Y digo ¡qué diferencia!, porque me recuerdo sentada en un aula con otras 40 compañeras (sí, las clases de aquella época tenían el cupo alto) y aquella profesora aburrida y hastiada de dar Literatura que nos miraba a todas y decía: “A ver, ¿qué quiso decir Lorca con “Luna roja, Luna negra?”. El aula condensada. Unas perdidas en el hiperespacio y aterrizando justo al cierre de la pregunta; otras, sufriendo por mantener los párpados abiertos; y mi mente pensando “¿y por qué iba Lorca a querer decir otra cosa diferente de la que dijo?”. Ahora, en mis “veintisiempre” (indiscutibles y todos míos), releo aquellos clásicos con otras ganas, con otra mirada y con otras compañeras. Y todo significa algo: la tierra, el agua, la sangre, los colores, la luna, el caballo, el azahar… ¡Lorca no ha dado puntada sin hilo! Recuerdo aquella “Luna roja, Luna negra” de mis 15 años y me pregunto “¿cómo podría haber sido todo con otra profesora o con más ganas?”. de cualquier manera tampoco importa mucho, porque ese camino es el que me ha traído hasta aquí y aquí se está requetebien. ¡Ah, y la obra! Pues la obra es un teatro de menos de 50 paginitas que se lee mientras tomas el café. Puro diálogo de lenguaje claro divido en tres actos. No digo más que “leedlo, caray, merece la pena”. Mientras, me voy a buscar el significado de la Luna y sus colores. |
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