La imaginación sin límites y la llegada de un nuevo hermano o hermana. Estos dos temas son los que trata “La reina de las lentejas”; dos temas que, unidos e ilustrados de manera muy bella, dan origen a un cuento con un mensaje que traspasa y cala. La reina de las lentejas está en palacio, donde recibirá a una serie de matrioskas que la ayudarán a acabarse el plato de lentejas y a las que preguntará por su “hermanito lechón”. La hora de la comida, esa que a veces se convierte en eterna, queda aquí plasmada a modo de relato de fantasía, jugando con esas muñecas que encajan y que nos traen el mundo imaginario de una niña de la que solo conocemos este juego. A través del diálogo con el paje y las matrioskas nos revelará la presencia de ese hermano que parece no despertarle demasiadas simpatías. Y es que la llegada de un hermano o hermana es otro de esos momentos que ayuda a trabajar este libro, con humor y cariño. El texto es ideal para leerlo junto a los más pequeños, ya que sus repeticiones y rimas ayudan a crear una atmósfera envolvente que los atrapa. Lo mismo ocurre con las ilustraciones, que juegan con el blanco y negro y el color, y que me han parecido preciosas. Más allá del cuento, al terminarlo, en las guardas vemos a la “reina” y su “hermanito lechón” jugando y riendo juntos. Porque la llegada de un hermanito es un cambio, pero, como demuestra “La reina de las lentejas”, infinitamente para mejor. |