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Como me pasa siempre con las novelas de Elsa, me ha gustado mucho. Sobre todo la primera mitad; las dinámicas de Peyton, Declan y Connor y la relación entre los dos primeros me han encantado. Me declaro fan de ella, me parece maravillosa; no es casualidad que la parte romántica que más he disfrutado sea la suya. Con las circunstancias de los hermanos he conectado totalmente, mientras que a Micah, aun sabiendo que su situación es muy difícil, no lo he llegado a entender. Como persona que piensa —erróneamente, soy consciente de ello— que todo es de color de rosa, ha habido una parte del final que no me esperaba, lo que no quita que me resulte la única plausible. Mi pega es que se me ha quedado corta, me han faltado páginas, y más después de semejante epílogo. Una novela no tan juvenil como yo esperaba (lo que no es para nada una queja, sino todo lo contrario) que nos habla de miedos, de racismo, de LGTBfobia, de futuro con la que he sentido un popurrí de emociones: rabia, alegría, pena, ilusión, impotencia y entusiasmo. |
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