La isla del tiempo perdido )

Encontrar una historia original en la que se hable de filosofía sin nombrarla para nada es todo un acontecimiento, pero eso es precisamente lo que he encontrado en esta isla perdida: FILOSOFÍA.
De hecho, nada más terminar el libro, he vuelto a repasar mis apuntes sobre el Elogio de la ociosidad de Bertrand Russell. En aquel libro el filósofo inglés decía que "sin la clase ociosa, la humanidad nunca habría salido de la barbarie", Silvana Gandolfi, la autora de este encantador libro, debe ser de la misma opinión, seguro que le encanta el señor Russell como a mi.

Desde el comienzo la historia atrapa con un sencillo recurso: una desaparición. Una nota del editor del libro nos explica que la autora del mismo ha desaparecido misteriosamente y que la policía tan solo ha encontrado la novela mecanografiada y un montoncito de cartas, que también se incluyen. Y así, con una y con las otras, es como conocemos la existencia de una isla del Tiempo Perdido, un lugar donde van a parar todas las cosas, seres humanos, animales, objetos que en algún momento de la Historia se han perdido. Perdidas también estarán las dos protagonistas de esta fascinante y divertida historia: Giulia y Arianna. Dos amigas que se pierden durante la visita escolar a una mina, que se pierden por devolver a un pequeño murciélago a su familia, y que acaban rodando por una pendiente de arena volcánica tras dar muchas, muchas vueltas...

¿Nunca os habéis preguntado donde acaban las cosas que se pierden? ¿Dónde puede haber terminado el brazo de la Venus de Milo, por ejemplo? ¿Y la Atlántida? "Un niño desaparece de un Supermercado", "Acaba la búsqueda de la pareja de montañistas que se perdieron este fin de semana", "Un buque de la Armada desaparece en una zona del Pacífico"... Siempre me ha intrigado el destino de todas aquellas personas que desaparecieron una vez y de las que nunca más se supo. A Silvana Gandolfi se le ha ocurrido imaginar que todas acaban en una isla, con volcán propio que expulsa miles de sentimientos perdidos, confianza, coraje, esperanza en forma de lapilli. Qué curiosa es esta isla, ¿verdad? Es tan peculiar que cuenta hasta con caníbales. Sería estupendo pasar una temporadita allí, de hecho hay algún niño que va y viene... ¡Qué mareo!

Pero en la Tierra surge una avería: los seres humanos han olvidado lo importante que es el tiempo de ocio, y si ellos lo olvidan la isla corre el peligro de desaparecer. ¿Conseguirán encontrar una solución? ¿Volverán Giulia y Arianna a su casa o se quedarán a vivir, tan ricamente en la isla sin ninguna preocupación? ¿Descubriremos la identidad de la escritora y qué ha pasado con ella? Hay una sorpresa final que a todo el mundo le va a sorprender... bueno, o tal vez no, quien sabe, en esta isla todo es posible.

Un libro escrito en 1997 que no dejará nunca de tener valor. Hoy más que nunca en una sociedad en la que los niños pasan de una actividad a otra como posesos habría que reivindicar el tiempo del aburrimiento, el tiempo de no hacer nada, el tiempo perdido (no inútil) como un derecho esencial más en la infancia.
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