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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
08 December 2017
Una de mis manías lectoras es no asegurar que un@ autor@ pasa a ser de mis favoritos hasta que no he leído al menos tres novelas de su bibliografía. En el caso de autor@s noveles puedo llegar a intuirlo con su primera novela o incluso hacer alguna excepción con nombres relevantes habiendo leído sólo dos libros. Pero por lo general, necesito tres historias para decir alto y claro para que alguien tiene un sitio en mi ranking personal de escritor@s. Tras leer 13 Horas en Viena (reseñada aquí) ya me hacía una idea bastante buena del futuro prometedor que tendría esta autora y con Imperfecta Armonía, su novela autopublicada (que también tenéis reseñada aquí) vine a confirmarlo. Aunque me faltaba una historia tan completa como Un día de invierno para poder gritarlo: Paula Gallego es de mis autoras preferidas.

Es posible que lo primero que se os venga a la cabeza cuando veáis la preciosa portada obra de Sarima sean la farola y el fauno de Narnia con la copiosa nevada de fondo, pero a pesar de que el libro empiece con unos hermanos en un vagón de tren huyendo de la guerra, ahí acaba cualquier similitud con la saga de Lewis. En este caso, Karan, Joren y Anne son tres hermanos alemanes que deben abandonar su hogar, a sus padres y a su hermana mayor Lise para poder buscar un lugar seguro en un campamento de refugiados en Dinamarca en el que sólo acogen niños de hasta cierta edad. Por ello Karan, casi mayor de edad, tiene que mentir y hacerse pasar por una niña de 14 años. Este pequeño engaño es sólo el primero de los obstáculos a los que tienen que hacer frente porque a pesar de que Dinamarca se mantiene neutral en el conflicto, el ejército nazi sigue extendiendo su veneno como una víbora y le da igual la edad que tengan sus presas.

Los personajes principales podríamos reducirlos a tres a pesar de que el grupo con el que interactúan los hermanos es bastante amplío y con muchos matices. Karan es la protagonista y la voz narradora de una historia contada en primera persona y en tiempo presente, aunque transcurra hace casi 80 años. Es una chica muy segura de sí misma a la que la guerra le ha arrebatado de repente su juventud y la ha convertido de la noche a la mañana en madre, hermana mayor y amiga de Joren y Anne. Toda situación le viene muy grande porque no sabe cómo lograr mantener las apariencias para que nadie sospeche acerca del comportamiento peculiar de su hermano pequeño, sobre todo cuando ve cómo su relación especial con Joren comienza a resentirse porque los compañeros del chico comienzan a hacerle la vida más dura aún y ella no sabe cómo afrontar y denunciar los hechos sin delatarse a ella y a su hermano.

Sin embargo, todo comienza a hacerse más llevadero cuando conoce a Derek, que se mantiene a su lado en esta huida hacia la seguridad y la felicidad. Derek es un chico encantador, muy dulce y optimista, con una personalidad hipnótica y un corazón enorme. Se las arregla para convertir todo lo malo que hay a su alrededor en algo con su parte buena de la que también poder disfrutar. Mantiene a todo el grupo unido con su esperanza sin límite y además es el personaje que le da sentido al título de la novela y que protagoniza las escenas más intensas de la historia. Teniendo en cuenta que yo no aguanto demasiadas cursiladas, la relación entre Karan y Derek es de lo más bonito que he leído en los últimos años. Ambos nos regalan una historia de amor juvenil en tiempos de guerra, hambre y miedo que es a la vez tan madura como tierna, tan sencilla como complicada al mismo tiempo y tan emotiva como angustiosa es su situación.

Pero historia de amor aparte, y con permiso de Karan y Derek, por mucho que me hayan gustado, Joren es el personaje al que no voy a olvidar nunca porque se ha ganado un huequecito en mi corazón. Con tan sólo 14 años, esa forma increíble de ver y comprender la vida y de interactuar con el mundo que le rodea lo convierte en uno de los mejores personajes que he tenido el placer de conocer en cualquier novela. Desde luego, esto se debe a que casi nunca (por no decir nunca) tenemos ocasión de ver reflejadas a personas de toda condición en los libros por la baja representación que hay y porque siempre se repiten los mismos estereotipos en la literatura juvenil (siendo justos, en la literatura en general). Además, pese a la seriedad que le caracteriza, Joren es el causante de prácticamente todas las situaciones cómicas y las conversaciones más ilógicas que os podáis imaginar. Estas interacciones, a veces absurdas, han sido una de las cosas que más he disfrutado del libro porque, según su perspectiva, incluso hay que darle la razón porque la tiene.

Como os decía, además de la pequeña Annemette, en el grupo de jóvenes refugiados hay varios personajes secundarios igual de entrañables que los principales como por ejemplo Berit y Erika, cuya historia pasada y presente es simplemente preciosa, incluso la insoportable y caprichosa Bibi que no hace otra cosa que quejarse por todo como si eso fuera a solucionar algo, o el misterioso personaje que aparece a partir de la segunda mitad del libro y que supondrá un antes y un después para esta pequeña familia de amigos. Obviamente, la novela no necesita un villano o antagonista porque ya se encargan los soldados alemanes de causar los horrores necesarios para que tengamos el corazón en un puño constantemente. Aunque aparezcan soldados concretos, la verdad es que son esos pero podían ser otros porque la verdadera tragedia de todas las personas que huyen o se encuentran escondidas en Dinamarca es suficiente trasfondo para que no necesitemos ni más problemas ni más malos de la historia.

La novela se divide como en tercios, de forma que se ve con bastante claridad la evolución de la trama y de los personajes con cada escenario en el que se desenvuelven. En el primero vemos cómo se desarrolla la vida en el campamento con otros chic@s refugiad@s, intentando guardar las apariencias respecto a la edad de Karan y la peculiaridad de Joren, mientras que en el segundo tercio las dificultades se acrecientan con la dura vida de los hermanos y los demás supervivientes fuera de la seguridad del campamento, en condiciones muy extremas y con muy pocos recursos. Por último, en la recta final la novela toma otro cariz bastante más tenso, con la angustia latente en cada capítulo porque se acerca el desenlace y los nazis no perdonan a desertores, fugitivos, rebeldes ni por supuesto, a todo aquel que sea diferente.

No sabría decir si esta novela es de trama o de personajes, pero tengo claro que en esta historia era necesario que ambos aspectos fueran muy potentes y la autora lo ha conseguido con soltura. El hecho de que se trate de una novela ambientada en los años 40 durante la Segunda Guerra Mundial corría el peligro de ser más de lo mismo, de ser otra historia más sobre la guerra, los nazis y las atrocidades que cometieron a su antojo por toda Europa, pero aunque todo ese tema está de fondo y es la excusa, la novela se centra sobre todo en la familia, el amor y temas mucho más humanos como la amistad y la necesidad de aceptar a los que no son como los cánones de la sociedad califican de “normales” (en contraste precisamente con los lemas nazis). Así que además de una historia de amor preciosa y un historia de supervivencia extrema al estilo del El señor de las moscas pero en un bosque, tenemos una novela sobre la guerra desde el punto de vista los más inocentes y ajenos a ella, porque si nadie la comprende, los niños como Anne y Joren, mucho menos.

Por último, el final (pues claro) es sencillamente perfecto. Y con esto no quiero decir nada respecto a la balanza de los finales felices/finales tristes. Lo único que digo es que es un desenlace emocionante, bien planteado, redondo, y de los finales que te hacen estar varios días después rumiando todo lo que implican. Vamos, que no podía acaba de otra manera. El título y su significado, el mensaje constante que transmite, la cantidad de frases preciosas y esperanzadoras que hay por toda la narración…. Todo lo que hay en esta historia crea una sensación tan cálida a pesar de su portada y su título que hay que ser muy frí@ para que no te toque el corazoncito.


Creo que ya lo he dicho todo, pero por si acaso no ha quedado lo suficientemente claro, esta novela me ha enamorado en todos y cada uno de sus elementos: desde la parte romántica hasta el drama bélico, pasando por la ambientación de los escenarios y los personajes que de seguro, no voy a poder olvidar. La maravillosa prosa de Paula Gallego es tan tierna y cercana a la vez, que se hace verdaderamente imposible no leer sin emocionarnos. No me cansaré de recomendar cualquiera de sus novelas pero a partir de ahora, Un día de invierno se convierte en una de las novelas favoritas de mis estanterías porque ha conseguido cautivarme por completo, a pesar incluso de que no esperaba menos.
Enlace: http://enmitiempolibro.blogs..
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