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“El océano al final del camino” narra la historia de un hombre que, tras un funeral, vuelve a visitar el pueblo en el que se crió. Sentado frente al estanque situado en la granja del final de la calle de su antigua casa, el hombre (del que desconocemos el nombre) empieza a rememorar su infancia, especialmente un extraño episodio acontecido cuando tenía 7 años en el que tuvo que enfrentarse a un extraño ser venido de una especie de mundo paralelo y que, tomando la forma de una bella niñera, amenaza a su estabilidad familiar e incluso su vida. Afortunadamente, el pequeño protagonista cuenta con la ayuda de Lettie (la niña que vive en la granja) así como de la madre y de la abuela de la chica, unas extrañas mujeres que parecen tener controlada la situación. La fantasía y la realidad se entremezclan en esta historia aparentemente juvenil pero que comprende también matices más orientados a los adultos, con pinceladas de terror y dosis de angustia, sobre todo si tenemos en cuenta que el protagonista es un niño bastante pequeño que pasa por situaciones muy duras. El estilo de Neil Gaiman me ha recordado bastante al que caracteriza a Roald Dahl (eso sí, salvando muchísimo las distancias ya que Roald Dahl es uno de los dioses literarios de mi infancia). El hecho de que sea un niño el que se enfrenta a una situación extraña y a un gran peligro de manera natural en un ambiente fantasioso que contagia su realidad me hace pensar en los protagonistas de los cuentos de Dahl que llenaron de magia mi niñez. |
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