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Crítica de laurass89


laurass89
29 December 2018
Creo que cuando es de noche, por definición, es el momento en el que nos sentimos más solos, más vulnerables. Desde que somos pequeños asociamos la noche como el momento en el que salen los monstruos, el momento en el que hay que tener cuidado… Los cuentos sirvieron para explicarnos cosas del mundo y también para haceros compañía. No se lee un cuento a los niños para que aprendan antes de dormir, sino para que tengan buenos sueños, para que no duerman solos.

En mi caso el libro que me acompaña y que me leo antes de irme a dormir, sobre todo en Navidad, es el libro que me trae hoy aquí, El libro del cementerio del maestro Neil Gaiman, publicado actualmente en Roca Editorial. Un libro cuya estructura ayuda a reflexionar sobre los temas que trata. Además, bajo mi punto de vista, todos estos temas son cosas que todos hemos vivido y que creo que es imprescindible revisarlas desde la distancia fantasmal que nos ofrece esta novela.

Además, el libro como objeto artístico es una maravilla. El texto de Gaiman viene acompañado de ilustraciones de Dave McKean, quien creó Batman: Arkham Asylum e hizo portadas para Sandman (una de las principales obras de Gaiman). Así que con este punto de partida es difícil resistir la tentación de leerlo.

El cuento de Nadie

La trama parte de la desaparición de un bebé y el asesinato de su familia. Lo curioso es que el bebé no desaparece, sino que es él mismo quien se encamina al cementerio que está situado al lado de su casa. Por instinto o suerte, esto hace que escape de las manos del hombre Jack. Allí los Owens, un matrimonio fantasma, reciben el encargo, por parte del fantasma de la madre, de proteger al niño. Así comienza la historia de Nadie Owens, Nad para los amigos.

De esta manera, la novela se irá desarrollando a través de cuentos: cada capítulo, es una historia autoconclusiva y de cada una de ellas se puede sacar una moraleja, que es lo que hace Nad, aunque no se plasme en la narración. Esto cuentos, a su vez, se pueden dividir en dos tipos. Por un lado, encontraremos el crecimiento de Nad, que pasa de ser un bebé a convertirse en un adolescente de quince años. Esta evolución será narrada poco a poco, con mimo y solo en los hitos importantes del desarrollo de un ser humano. Por otro lado, de manera pareja e intercalada, encontraremos las particularidades relacionadas con el mundo fantasmal en el que vive Nad.

Así, cada capítulo es un cuento y un momento vital del muchacho. Por ejemplo, el segundo capítulo trata sobre la infancia de Nad y, en él, ese momento estupendo en el que hacemos nuestro primer amigo. A continuación, en el siguiente capítulo, se nos relata un cuento sobre el mundo del cementerio, sus peligros y sus particularidades. En estos capítulos, Nad aprende cosas «sobre la vida», como el peso de nuestras decisiones, y comienza a descubrir que no es igual a la familia que lo crió, lo que le lleva a querer descubrir el mundo.

La trama principal, la del asesino que persigue a Nad, queda desdibujada hasta mitad de la novela, en donde se vuelve a dar la voz al hombre Jack, el asesino. Sin embargo, siempre está presente, ya que es esa meta a la que Nad sabe que va a llegar, esa para la que se ha preparado desde que es pequeño.

Guía mi mirada, que yo pongo mis ojos

A esta estructura de cuentos unidos por un protagonista, tenemos que añadir una característica más que hace a la novela una obra especial. Junto a los cuentos, como ya hemos dicho, encontraremos imágenes. Podemos pensar que las ilustraciones de los libros, valga la redundancia, ilustrados solo sirven para decorar el texto, pero que no influyen en nada en la narración, pero no es así. Este caso es un buen ejemplo de cómo la imagen puede enriquecer el texto.

Ya en la primera página, para presentarnos el acontecimiento atroz del asesinato de una familia, se nos presenta una imagen. En ella, aparece el texto sobre un cuchillo. A este cuchillo le sigue una mano que se pierde en nuestra página derecha y, de esta manera, se nos invita a pasar la página para descubrir quién es el asesino. Sin nosotros ser conscientes hemos seguido la imagen y no el texto. de este modo se configuran hitos importantes de la novela. El texto se acomoda a una imagen y esta nos guía en nuestra lectura del texto. Esta combinación permite que el lector esté ubicado en todo momento en el espacio de la acción, gracias, además, al estilo descriptivo de la novela.

Generalmente, cuando leemos descripciones en narraciones corremos el riesgo de encontrarnos con dos defectos, o bien la descripción es escasa y no nos ayuda a la ambientación, o bien es inmensa, detallista y puntillosa, y nos desespera por falta de acción. Una de las cosas más difíciles para los escritores, bajo mi punto de vista, es el equilibrio entre descripción y narración. Sin embargo, Gaiman nos ofrece unas descripciones rápidas y directas, que no maquillan ni esconden lo que sucede, sino que causan gran impresión en el lector. Su manera de describir es muy visual y esto permite al lector imaginarse perfectamente la localización.

A todo este tono sombrío y lúgubre, demasiado pesado para un cuento, pero tierno, como veremos más abajo, tenemos que añadir el toque Gaiman. Qué sería de una obra del maestro sin su toque humorístico y sarcástico. Lo que me más me gusta del autor, en este sentido, es que no se complica, no hace una broma o una crítica con artificio excesivo. Por ejemplo, una de las constantes de esta obra es que el toque de humor, aparte de hacerlo a través de los comentarios ingenuos de Nad, se hace a través del nombre de los fantasmas, que no solo son mencionados por el nombre, sino por la inscripción de su lápida

Y todos estos comentarios y guiños humorísticos, al final, sirven en la obra para un propósito muy claro, desarrollar la cuestión principal de la novela, que es una de las moralejas que debemos aprender de ella. El humor intenta combatir un acontecimiento natural, inevitable, pero a la vez inefable, lo que nos hace sobrecogernos ante él: la muerte.

Todos somos Nadie, pero nadie como Nad

¿Qué más puedo contar sin contar la historia?… Pues un poco el porqué. Cuando leí por primera vez la novela, la historia de Nad me conmovió tanto que me dispuse a escribir una carta al protagonista. Me salía decirle que las cosas cambian y que, aunque él estuviera solo en el mundo, los lectores siempre estaríamos con él allá donde quisiera viajar. Esa carta se quedó a medias porque me es muy difícil explicar por qué me gusta el libro. He decidido intentarlo de nuevo.

La historia de Nad no es una historia al uso. Su personajes, desde luego, no son personajes cotidianos: fantasmas, vampiros, mujeres lobo, profecías y seres ancestrales. Con él y ellos aprendemos, nos sentimos comprendidos y nos divertimos. No solo aprendemos sobre nosotros, sino sobre lo que nos asusta, de lo que no queremos hablar. Nosotros no hemos sido criados con fantasmas ni hemos tenido un asesino a nuestras espaldas, pero hemos sido niños y adolescentes, y hemos sabido tan poco de la vida y la muerte, y de nuestras circunstancias como Nad. Es ahí donde me empeño en ser amiga de nuestro protagonista. Gaiman nos cuenta su infancia y cómo hace su primer amigo, nos cuenta cómo va al colegio y se levanta a defender la justicia, protegiendo a los que sufren acoso y sufriéndolo luego después (no sé por qué, pero creo que la mayoría hemos visto como un alguien clavaba un lápiz a otro alguien). También nos cuenta, y hemos vivido, ese primer amor raro y violento, y cómo nos quedamos sin saber qué hacer; cómo se deshace una amistad porque ya se tiene poco en común, y cómo desaparece un ser querido porque su vida acabó. Finalmente, hemos visto cómo todos, aunque sea intelectualmente, hemos partido del regazo de nuestra familia, de nuestros padres, para descubrir y formarnos nuestro propio mundo solos. Y esto es lo que le pasa a Nad, es lo que cuenta Gaiman.
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