—Aquí todo el mundo ha vivido ya su vida, Nad, por muy breve que fuera. Ahora te toca a ti. Tienes que vivir tu vida.
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—Aquí todo el mundo ha vivido ya su vida, Nad, por muy breve que fuera. Ahora te toca a ti. Tienes que vivir tu vida.
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—Hola, Nad. —Hola —replicó el niño sin dejar de bailar—. No sé cuál es su nombre. —Los nombres no importan en realidad. |
Siempre eres tú, y eso no cambia, y siempre estás cambiando, y no hay nada que puedas hacer al respecto.
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—Nad, creo que el hombre que mató a tu familia sigue ahí fuera, buscándote con la intención de matarte. Nad se encogió de hombros. —¿Y? —dijo—. La muerte no es algo tan malo. Quiero decir que mis mejores amigos están todos muertos. |
Por muy lejos que te vayas, nunca conseguirás huir de ti mismo.
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Cuando su padre envió a Coraline a contar los objetos azules, las puertas y las ventanas, ¿Cuantas contó de cada una?