Memoria de mis putas tristes

Me conmueve su prosa, su estilo para contar historias no decae ni siquiera en lo que me parece la sórdida relación de un viejo con una niña. Aquí se reflejan la dulzura de enamorarse en lo desventurado de la vejez al punto que lleva a causar risa.
Me gustó ese juego existencial que hace que un hombre en vez de morir de viejo, va a morir de amor. Un “salvoconducto” maravilloso a los 90 años.
Que decir, amo a este escritor, su lenguaje coloquial, su estilo irrepetible, y repito: su maravillosa creatividad para contar una historia, hace que me quite el sombrero hasta en un libro que no por sencillo o corto, deja de ser resonante. Les dejó una estrofa 👇:
“ No resistí más. Ella lo sintió, vio mis ojos húmedos de lágrimas, y sólo entonces debió descubrir que ya no era el que fui y le sostuve la mirada con un valor del que nunca me creí capaz. Es que me estoy volviendo viejo, le dije. Ya lo estamos, suspiró ella. Lo qué pasa es que uno no lo siente por dentro, pero desde fuera todo el mundo lo ve.”
Disfruto su estilo, también su valentía (que tema tan patético!), pero sobre todo su prosa.