Tanto si este ejecutor residía o no en los barrios marginales de Londres donde acaecieron las tropelías, se hizo patente que dominaba perfectamente la conformación de las calles y la localización de los albergues, pensiones y tabernas allí existentes. En especial, conocía la manera de escapar una vez concluido cada avance letal. Estaba al tanto de todos los callejones y de las calles que terminaban sin salida, y sabía como huir desde un patio hacia otro.
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