En la hipótesis de que el ejecutor hubiese tenido la osadía y el cinismo de redactar cartas, todavía quedaría por establecer cuáles pertenecieron a su autoría. Diagramar un perfil psicológico del Destripador en función del contenido de tales documentos constituye una tarea extremadamente ardua, y de dudoso resultado. De los casi doscientos mensajes vinculados al asunto, que se conservan en los archivos públicos de la ciudad de Londres, sólo una ínfima minoría merecería que se le preste atención. |