Puedo soportar mi propio dolor pero no podría aguantar el tuyo. No tengo fuerzas suficientes.
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Puedo soportar mi propio dolor pero no podría aguantar el tuyo. No tengo fuerzas suficientes.
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Por eso te he cogido las manos; para evitar que tiemblen las mías.
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No era creyente y había utilizado la confesión para forzarlo a tomarme en serio. Por lo tanto, me sorprendí al experimentar una cierta mejoría en mi estado de ánimo. Quizá, simplemente fuera alivio por haber contado la verdad a alguien.
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Un hombre que jamás me había hablado de amor, que nunca había necesitado hacerlo, porque yo sabía que me amaba, tanto como sabía que estaba viva. Pues cuando el amor es absoluto, las palabras son innecesarias. Es todo. Es eterno. Y con eso basta.
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(...) había sido muy consciente de cuánto me atraía. Ya me había sucedido, como sin duda le pasa a casi todo el mundo. Una repentina susceptibilidad a la presencia, a la aparición de un hombre en particular… o una mujer, supongo. La urgencia de seguirlo con los ojos, de provocar encuentros «casuales», de observarlo con disimulo mientras trabaja; una sensibilidad exquisita a los pequeños detalles de su cuerpo…
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No debes tener miedo de mi, ni de nadie aquí, mientras yo esté contigo.
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—No fuiste la primera mujer que besé —susurró—. Pero te juro que serás la última. —Y agachó la cabeza hacia mi rostro expectante.
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- Estás a salvo - me aseguró -. Tienes mi nombre y a mi familia, mi clan y, de ser necesario, la protección de mi cuerpo. Mientras yo viva, ese hombre no volverá a ponerte las manos encima.
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Pero en ese lapso, durante esa fracción de tiempo, parece que todo es posible. Cualquiera puede mirar más allá de las limitaciones de su propia vida y ver que de hecho no son nada. En el momento en que el tiempo se detiene, nos sentimos capaces de emprender cualquier aventura, completarla y regresar a nosotros mismos para encontrarnos con que el mundo no ha cambiado y todo está tal como lo dejamos un momento antes. Y es como… —Vaciló unos segundos para escoger las palabras con cuidado—. Es como si de pronto, al saber que todo es posible, nada fuera necesario.
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Creo que todos poseemos un rincón dentro de nosotros, un sitio privado que guardamos para nosotros. Es como un pequeño fuerte donde habita la parte más íntima de cada uno…, quizá sea el alma, o lo que sea, que hace que seas tú y no otra persona. La lengua tanteó de manera inconsciente el labio hinchado mientras pensaba. —Por lo general, nadie enseña ese rincón a nadie, salvo a veces a alguien al que se ama mucho. —La mano se relajó y se acomodó en mi rodilla. Tenía los ojos cerrados otra vez, las pestañas selladas contra la luz. »Y ahora siento… como si mi propio fuerte hubiera sido volado con pólvora. No queda nada de él excepto cenizas y una cumbrera humeante. Y la cosa pequeña y desnuda que vivía allí está al descubierto. |
Novela de ciencia ficción, escrita por Richard Matheson, en 1975 se titula: "En algún lugar del _________"