Cuenta a las abejas que me fui

Cuenta a las abejas que me fui, es la novena entrega de la serie de libros de Outlander, una aventura que empezó para mí allá por el año 98 y unos cuantos años antes para su autora, Diana Gabaldón.
Para quien no tenga ninguna idea de la temática de la saga, cosa casi imposible, pues durante los últimos años existe una adaptación de los mismos en forma de serie de televisión, comentar que Outlander empezó como una ficción romántica con tintes sobrenaturales e históricos, ambientada en las "Highlands" escocesas, en pleno S.XVIII. Posteriormente y especialmente a partir del quinto libro y tras un camino repleto de muchas aventuras, traslada su historia a EEUU unos años antes y durante la Guerra de Indepencia (América del Norte, 1775-1781)

El éxito de los mismos creo que es una mezcla de la originalidad de la trama que combina la historia, el romance, la política, el esoterismo, la aventura y muchas cosas más, por un lado, y por otro, la existencia de un" Fandom" que ansía saber el final. Algunas lectoras y pocos lectores, (aprovecho para animar a más hombres a leer esta serie que creo que puede gustar ambos géneros por igual), esperan el desenlace principalmente de la historia de amor de la pareja protagonista, a lo largo del tiempo y el espacio. Otras se han enamorado de ellos, pero también de todo lo demás, grupo en el que me encuentro.
Evidentemente, es imprescindible haber leído los libros anteriores y en orden, para leer este último.

Qué me ha parecido el libro nueve ?

La primera parte es muy costumbrista y en mi caso el ritmo de lectura ha sido lento pero no aburrido. Siete años después de la publicación de Escrito con la sangre de mi corazón, Diana Gabaldón se toma su tiempo para refrescar las tramas antiguas y de forma aparentemente sencilla, volver a situar en contexto al lector, por lo tanto NO es necesario volver a leer el octavo libro para empezar este.
Narrado en dos voces, la de Claire Fraser y la de un narrador externo, alterna capítulos cortos con otros más largos.

La trama entrelaza las vidas de la familia Fraser, que no ha parado de crecer con los años, con la de la familia de lord John Grey y su hermano el Duque de Pardloe, personaje que puede ser decisivo en el papel de Inglaterra al final de la guerra de la Independencia.


Ambas familias son completamente distitas en ideología, religión y extracto social entre muchas otras cosas, pero tiempo atrás quedaron unidas por el levantamiento jacobita de 1746 y los años posteriores al mismo y nunca han dejado de estar vinculadas por lazos de sangre, amistad, amor, rabia y dolor a veces, pero sobre todo de honorabilidad, pues unas de las cosas que transmite el libro y en general la saga, es que sus personajes principales intentan vivir sus circunstancias sin perder su, llámese código ético, llámese alma por el camino, aunque no siempre sea fácil ni mucho menos posible.

La segunda parte del libro es más intensa en hechos y emociones. El asentamiento de los Fraser donde la familia protagonista tiene arrendatarios, es un batiburrillo de religiones y nacionalidades, donde los colonos aparentemente, están al lado James Fraser, ex coronel del ejército rebelde, jefe de su propia milicia y ex convicto jacobita entre otras muchas cosas. Como es lógico, tomar partido es inevitable en cualquier conflicto y la tranquilidad no puede durar mucho tiempo en Carolina del Norte.

Por otro lado la familia Grey se va a tener que enfrentar a un hecho completamente inesperado que va a poner en una situación muy delicada a sus miembros y en la que el joven William pese a su juventud va a tener que asumir mucha riesgos y hacer cosas que no querría para evitar males mayores.


Cuenta a las abejas que me fui, es una vez más, la lucha por la supervivencia. Mientras en el ejército los secretos se saben a voces y los espías campan a sus anchas entre ambos bandos, algunos personajes encuentran su lugar en un mundo lleno de peligros pero también de oprtunidades. El final está cerca y eso se percibe en los últimos capítulos. Jamie y Claire Fraser, se nos hacen mayores, aunque no pierden su complicidad, a pesar de las muchas situaciones de todo tipo que la autora les hace vivir.

La manera de contar la historia llena de momentos cotidianos en los que se explica el modo de vida de una familia agricultora y granjera en 1780, no está exenta de dureza, lo que le da un matiz de novela realista del que con el tiempo he aprendido a disfrutar.

Este penúltimo libro es sólo una parte más de un trabajo de muchos años, un gran collage de muchas tramas, personajes y señuelos que te hacen imaginar más de una posibilidad, pues aún hay entre otros, un misterio que existe desde el principio y que Diana Gabaldón ya ha dicho que no se resolverá hasta el final.

CONCLUSIÓN:

Outlander envejece bien y lo he pasado genial durante su lectura. Menos guerra y más costumbrismo. Una familia Grey que por momentos le roba escenas a los mismísimos Fraser y muchas tramas por cerrar para el último libro en que será difícil un final que deje satisfecho a todo el mundo.