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Crítica de Homolectus


Homolectus
22 July 2020
Fiji es un país insular en medio del océano Pacífico cuyas tres principales islas son: Viti Levu, Vanua Levu y Taveuni. Esta última es famosa porque es atravesada por el meridiano de 180º, llamado también como línea internacional de cambio de fecha. En este lugar, cada vez que pasa el sol se cuenta un día en el calendario. Dicho de otra forma: allá es donde "comienza un nuevo día". Esta isla va a ser el lugar donde se van a desarrollar la mayor cantidad de los acontecimientos de esta novela de Gaarder, y el hecho de que sea ese lugar tan "especial" me pareció que era un dato inútil que tenía que dar justo al inicio de esta reseña de una novela no acta para biólogos evolutivos al borde del colapso o que viven en medio de una pandemia.

De entrada debo decir que este libro me llamó la atención desde que lo conocí por dos motivos: Los extractos del libro que están dentro de Jaque mate (Siruela, 2006) son la mejor antesala al libro completo. Cuando lo encontré en una librería y supe que hablaba sobre Evolución de los vertebrados, Big Bang y que en el medio de todo había una intriga, supe que tenía que leer el libro.

¿Puede alguno de los mortales que vive entre nosotros, ser idéntico a una de las pinturas más famosas de Goya, a sabiendas de que es físicamente imposible pues el cuadro lleva pintado 200 años? Esta es, justamente la premisa que intentar responder Maya. Para hacerlo, Gaarder va a construir una novela surrealista en la que están involucrados personajes que tranquilamente podrían ser los protagonistas de una novela escrita por Agatha Christie.

Conforme se va desarrollando la historia, la intriga crece y se van tejiendo los hilos que conectan a cada uno de los personajes dentro de ella. Para esto, Gaarder se va a apoyar como lo sabe hacer en sus novelas, en el conocimiento filosófico —tanto occidental como oriental— y, en esta ocasión en principios de biología evolutiva y la teoría del Big Bang. Un elemento que explota durante todo el desarrollo de la novela y que de muestra o un buen conocimiento sobre el tema o bien, una muy buena investigación como preparación de la novela.

El principal misterio que encarna la novela y que no pienso revelar de manera explicita acá, gira entorno a dos personajes españoles: Ana y José, que frecuentemente en medio de sus conversaciones sueltan de manera medio esporádica una suerte de aforismos sobre diversos temas: el origen del cosmos, el origen de la vida, el origen del humano, su fin, etc. Estos aforismos, que más tarde llegaremos a conocer como El manifiesto van a dar pie para que se exploren otros temas que están en todo el centro de la novela: La conciencia de la materia sobre su propia existencia, la teoría de la evolución y la cabida de la causalidad dentro de su corpus; solo por señalar algunas de tantas que hacen que leer la novela tome su tiempo y asimilar cada uno de los paradigmas propuestos tarde otro poco más.

Otros dos temas que toca el libro y que han despertado mi interés personal son: la presencia del paradigma de reducción al absurdo dentro de la Ciencia, en el sentido de que quizás haya asuntos que escapen a nuestro entendimiento y a los instrumentos y métodos empleados en la actualidad; de manera tal que, quizás dentro de un siglo o un milenio se rían de nosotros. Y la concepción dentro de la obra de actos futuros como motivos de sucesos pasados, algo así como el ouróboros: aquella serpiente que ella misma se muerde la cola. Y que usa el autor para intentar encontrar alguna fuga a la Evolución orgánica. Un poco sin sentido si tenemos en cuenta que el fijismo no tiene cabida dentro de la teoría, pero que igual lleva a pasajes bastante interesantes y ricos en prosa.

Algo que no debe escapar es el hecho de que el libro es una larga carta que le escribe un hombre a su ex mujer luego de un viaje a la ya citada isla. Digo que no debe escapar pues es un elemento que puede olvidarse fácilmente, pero que Gaarder recalca cada tanto al volver a la narración en segunda persona. Esta forma de narrar va a llevar a explorar y detallar de mejor forma sucesos particulares de la estancia del protagonista en la isla. Esto va a dar cabida para que se explore la Angustia cósmica que dice sufrir y que le lleva a fijar su atención en la pareja de españoles que comparten con él estancia en la isla.

Esto también da cabida a uno de los episodios más subrrealistas del libro, pues durante sus noches en la isla, Frank (el protagonista de la novela) va a tener ciertos diálogos con Gordon, un geco que se encuentra dentro de su habitación que lo va a llevar, mediante sus conversaciones tanto a la mínima expresión como individuo dentro de un enorme cosmos en el cual no es para nada importante y al punto más alto como un sucesor "natural" dentro de la larga línea de tetrápodos que han pisado la Tierra durante toda su historia. Gordon lo va a reducir y enaltecer de una forma tan increíble y en cierto punto, tan contrastante que es asombroso que un solo personaje pueda explotar ambas facetas del ser.

Como algunos conceptos filosóficos son centrales para el desarrollo de la historia, es frecuente que aparezcan cada tanto locuciones en latín, algo que para un público no muy familiarizado con estas, puede resultar en un completo desentendimiento del porqué se usan en cierto pasaje. Algo que me pasó un par de ocasiones y que me llevó a buscar la locución para intentar darle sentido al pasaje en cuestión.

Toda la intriga que se va añadiendo conforme pasan las páginas se soluciona muy prontamente y casi de manera imperceptible al final de la historia, lo que lo obliga a uno a volver más atrás para saber si hay algún detalle que escapó a la lectura. Algo flojo el desenlace si se compara con los dos primeros tercios del libros, sumado al hecho de que, muy al final del asunto, el autor decide entramar más los hilos que conectan a los personajes, algo que me dejó un poco perdido y que deja la sensación de que el libro no va sobre lo que uno cree que va todo el libro, sino sobre otra cosa completamente diferente. O quizás fui yo el que no entendí el libro.

El manifiesto esta suerte de aforismos que están latentes en toda la novela y que al principio despiertan interés y que ayudan mucho a que se desarrolle una de las subtramas de la novela, llega a un punto donde se vuelven repetitivos hasta el cansancio, no aportan nada más a la historia y en el único relicto de pensamiento filosófico tan desbordado en la primera mitad del libro.

La edición de Siruela bien cuidada, de un papel de alta calidad, fuente más que perfecta para el formato del libro es el detalle de fina coquetería justo que tiene esta novela que nos lleva al origen mismo del cosmos, a islas paradisíacas del Pacífico y a uno de los museos más importantes del mundo durante el desarrollo de la trama para rescatar. Un detalle que no debe escapar y que quiero dejar de manifiesto, porque ellos lo han hecho siempre muy bien con los libros de Gaarder, y espero que lo sigan haciendo así por muchos años más. ¡Larga vida a Ediciones Siruela!

Como colofón y como muestra de esa Angustia cósmica de la que sufre nuestro protagonista, les dejo esta frase, y espero que los deje dormir:

"Se tarda miles de millones de años en crear un ser humano. Y solo se tarda segundos en morir."
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