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ISBN : 8482804065
Editorial: Editorial Oveja Negra (01/01/1984)

Calificación promedio : 4.75/5 (sobre 6 calificaciones)
Resumen:
En 1971 un jurado que presidía el nobel Miguel Ángel Asturias le otorgó a esta vigorosa narración el Premio Manacor de Novela.

Desde su primera edición en Editorial Destino de Barcelona, ganó la admiración de lectores y críticos hasta convertirse en un ícono de la literatura colombiana. Dada su convincente manera de narrar y entrecruzar la ficción con los hechos vividos, pero tal vez por contar como nadie antes lo había hecho un doloroso período de la... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (3) Añadir una crítica
difershinji
 27 May 2019
"Cóndores no entierran todos los días" es una pequeña novela del autor colombiano Gustavo Álvarez Gardeazábal, historia que refleja el periodo de la guerra bipartidista entre seguidores de los partidos Liberal y Conservador, dicho periodo es también conocido como "La violencia", situado entre los años 1946 y 1966 aproximadamente.

La guerra bipartidista colombiana marca un hito histórico cargado de violencia y fanatismo político que arranca con fuerza luego del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán, el candidato a la presidencia y representante de los liberales, el 9 de abril de 1948, suceso al que se le conocería como el Bogotazo, haciendo que los liberales se alzaran enardecidos por la muerte de su líder y que desencadenaría en los pueblos colombianos asesinatos y desapariciones de personas vinculadas con uno u otro partido político.

El anterior contexto es donde se desarrolla la historia creada por Gustavo Álvarez Gardeazábal, que da comienzo en Tuluá un pueblo colombiano ubicado en el departamento de El Valle del Cauca, donde la gente vive de manera tranquila y cree que la violencia se ha marchado para siempre, sin embargo, la sombra de la muerte se cierne casi imperceptiblemente en el pueblo. La pacífica Tuluá que solamente ha oído de muertos en las poblaciones rurales y circundantes es ajena a la realidad que comienza a atraparla de a poco.

El famoso Cóndor, aun no ha surgido, por el contrario el autor empieza a mostrarlo en sus inicios de hombre pacífico que ha crecido en las calles del pueblo y que es conocido como hombre piadoso y religioso, un ejemplo de vida. Es así como León María será conocido, un pueblerino sin mácula que nunca falló un domingo a misa a menos que fuera por fuerza mayor, perteneciente al partido Conservador colombiano se convierte en un acérrimo defensor de las tradiciones religiosas, aunque no rigurosamente, pues también es cierto que tiene hijos fuera del matrimonio pero que jamás abandona, tanto que los acoge en su matrimonio con una mujer diferente. León María es el personaje central de la historia y el más tridimensional, por no decir que el único, dado que los demás solo sirven de ayuda para contextualizar su proceder, el autor se encarga de darnos una buena idea de quien es este hombre, alguien enfermizo que padece de un asma crónica que fue pronosticada como la causante de su futura muerte, sin embargo, esto no fue impedimento para que paulatinamente fuera escalando en el poder del partido Conservador y convertirse en "el Cóndor" el terror de Tuluá.

Cuando su poder era incuestionable comenzó la matanza y el exterminio de todo aquel que se llamara a sí mismo liberal, o que se le considerara como tal, para imponer su terror utilizaba la noche para movilizar autos azules sin placas, donde iban sus matones, dejando un rastro de cadáveres que eran encontrados en el pueblo al amanecer. Su frío proceder era contrastante con su vida pública, hombre trabajador y responsable, excelente padre y esposo temeroso de Dios, una dualidad presente en la Colombia de aquella época, que sufre una guerra civil a la que se hace oídos sordos, pero que resonaba con cada cadáver que aparecía en un andén mientras el temor impedía que la sensatez volviera a regir.

Es así que Gardeazábal refleja en aquel pueblo la realidad colombiana de la guerra bipartidista, mientras el honorable político León María tenía una faz de persona ejemplar y católica, su proceder siniestro para con sus enemigos políticos era monstruoso, lo mismo ocurría en el resto del país sin que nadie se pronunciara realmente al respecto, y es que en un régimen en que ni los periodistas pueden hablar acerca de la verdad por temor a la muerte, nadie en realidad se entera de la atrocidad que ocurre a su alrededor.

Aunque "Cóndores no entierran todos los días" tiene gran maestría en contar una historia que evidencia una época oscura en Colombia (una de tantas), no menos cierto es que es muy parca en la descripción de los escenarios, muchos personajes son intrascendentes y olvidables, pero la historia no se ve afectada y en pocas páginas resume un fragmento histórico que ha a afectado profundamente a Colombia aún en la actualidad. Lo que también logra la narración es mostrarnos a cuentagotas la vida cotidiana de un pueblo, las matronas enteradas de todo cuanto pasa, la cultura ultrareligiosa católica y el olvido del país.

Muy rescatable es el hecho que el autor muestre la responsabilidad que tuvo el poder político y religioso en aquellas masacres, cómo se trabajó en las sombras para diezmar los integrantes de partidos políticos, porque si bien es cierto que la obra trata de las matanzas hechas por conservadores hacía liberales, no menos es cierto que otras partes del país también ocurría lo mismo pero los ríos de sangre eran creados por liberales, la idea entonces de "Cóndores no entierran todos los días" es mostrar como el fanatismo político puede enemistar a hermanos, vecinos y amigos, de como el mal se cierne y trabaja a través del odio hacía las diferentes formas de pensamiento. Gustavo Álvarez Gardeazábal logra así con su pequeña novela rescatar la memoria de un país que olvida fácilmente y recae en odios sobreapasionados que terminan por manchar de sangre sus calles y selvas, que al final los únicos que sufren siempre son los inocentes.


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gustavoadolfo
 15 February 2022
Colombia: un cementerio hinchado

Reseña de Cóndores no entierran todos los días (1971) de Gustavo Álvarez Gardeazábal

La novela de Gustavo Álvarez Gardeazábal es un clásico literario: su representación de la violencia bipartidista colombiana es netamente artística y no documental (tal como era tradición en nuestro contexto nacional).

En 2021 se celebraron los cincuenta años de su primera edición. En su momento la obra obtuvo el Premio Manacor, presidido en ese entonces por el Premio Nobel de Literatura: Miguel Ángel Asturias. En 1984 Francisco Norden la adaptó al cine (véala en RTVCPlay). Además de sus múltiples ediciones nacionales e internacionales, la obra suma más de un centenar de ediciones piratas. Lectura obligada en colegios y universidades, su recepción académica –dentro y fuera del país– ha sido profusa, constante y significativa.

“Escribí Cóndores como una novela”
Lo que más admiro de esta novela es su narración: la voz de un vecino de Tuluá que recuerda lo sucedido... Esa voz parece saberlo todo, aunque muchas de sus palabras suenen a exageración y a habladuría. Se focaliza en un conjunto amplio de diferentes personajes y, así: la novela resulta coral y –de ninguna manera– maniquea (otra costumbre de la literatura de ese entonces).

El narrador se concentra en tres personajes que parecen tener el mismo destino: la inconmensurable tragedia a repetirse. Esos personajes son: León María Lozano (un personaje histórico), Tuluá (es decir: Colombia) y la Violencia.

León María Lozano fue un anodino habitante de Tuluá, conservador, taimado y fanático, quien logró imponer su parecer a toda su familia, a sus vecinos y a la nación entera. La novela cuenta la manera en que un pueblo ignorante le cedió el poder a ese único hombre, y la manera en que ese poder se le escapó de las manos y lo desbordó. León María Lozano, victimario, conformó un grupo de asesinos denominado “Los pájaros” que, tal como lo hacen ahora mismo los paramilitares, asesinó a 3.569 personas. Y antes de ser asesinado, víctima, León María Lozano fue condecorado por el gobierno de turno; de la misma manera en que hoy son galardonados los que ordenan y perpetúan masacres. Podríamos decir, en pocas palabras, que la novela narra la vida y obra del asesino, adalid y ejemplo de una nación motivada por la ignorancia, la injusticia y el constante deseo de venganza.

La novela parece haber sido escrita para que no olvidemos las masacres y los muertos, para que las tragedias no se repitan; sin embargo, como ya lo hemos dicho en las reseñas de Cepeda Samudio, Soto Aparicio y otros: este fracaso de país que somos, esta imitación de democracia parece esforzarse en repetir –una y otra y otra vez– su eterno presente de muertos. Hoy, para muchos, León María Lozano parece un buen muchacho, un héroe de la patria: un patriota; mientras tanto, Colombia parece una fosa común abierta, un cementerio hinchado: los cadáveres se han ido apilando y ya no queda espacio ni en sus ríos, ni en sus campos ni tampoco en sus ciudades.

Cierro con una sentencia de la obra, casi un axioma:

“El gobierno era algo igual a los pájaros y los pájaros algo igual al gobierno” (138).

Enlace: https://guardopalabras.blogs..
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LiliOtero
 22 February 2024
Para mi es una crónica novelizada, con una estructura algo parecida a Crónica de una muerte anunciada de GGM (exceptuando que esta no maneja capítulos, ni diálogos, lo digo más por el desarrollo de la historia y el contexto, y por conocer desde el inicio lo que pasará al personaje principal), pero esta historia si esta basada en hechos reales, en una época de violencia partidista que se propago por toda Colombia después del asesinado del líder político liberal Jorge Eliecer Gaitán; en la novela nos ubicamos en el municipio de Tuluá, donde el conflicto estalló generando masacres campesinas sin precedentes, donde los mismo campesinos se alzan en armas contra sus vecinos, y todo por el partidismo político, tantas muertes y tanta crueldad de los vecinos de toda la vida, el silencio y la inexistencia del estado en estas regiones, dejando la ley en manos de León Maria Lozano, un conservador y ferviente católico, que decide convertirse en ejecutor, en verdugo y asesino de liberales, una historia de dolor, terror, maldad, política, religión, abandono, desidia, fanatismo y cargado de las supersticiones que son muy propias de pueblos o ciudades pequeñas.
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Citas y frases (1) Añadir cita
gustavoadolfogustavoadolfo15 February 2022
El gobierno era algo igual a los pájaros y los pájaros algo igual al gobierno (138).
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