Rocco - Hachasedienta. Vikingos: la conquista de Italia

Se enlistaron de cara a una guerra que, como tantas otras, solo beneficiaba a una parte ínfima de los hombres y sangraba con la mayoría.

Y en esos lares, como en el resto del mundo, la codicia y la ambición regían los designios de los hombres; en especial, a aquellos que gobernaban, o a quienes dirigían a los gobernantes en nombre de dioses que nunca escuchaban las plegarias de los pobres y enfermos.

Fue lo más duro que debí hacer en mi vida y lo hice tarde.

Las creencias son individuales; si estás satisfecho con tus propios rituales y estás en paz con tus creencias, ¿qué necesidad de discutir con otro por ello? Vive y deja vivir.

La muerte tiró los dados y cayeron de punta; por eso, nada sucedió.

Ahí escuchó hablar de la vieja religión, de la Trinidad Isis, Osiris y Horus y vio cuánto había tomado la iglesia cristiana de las viejas tradiciones enterradas. Sonrió con sorna al ver que el mismo ciclo se repetía una y otra vez, para adormecer el pensamiento del hombre

-He visto cómo se manejan sus curas: prefiero los dioses de nuestros ancestros, de guerra y muerte, y no el de ellos, de mentira y traición- espetó Rocco.
-Así son, hablan de pobreza y caridad, pero usan la Cruz como espada y el amor como tortura.