Sonrío mientras observaba a la recepcionista, que no paraba de mirar hacia fuera, hacia los copos de nieve, que se iban acumulando lentamente en los ventanales, como si el mundo girara a paso de tortuga.
|
Sonrío mientras observaba a la recepcionista, que no paraba de mirar hacia fuera, hacia los copos de nieve, que se iban acumulando lentamente en los ventanales, como si el mundo girara a paso de tortuga.
|
Casi todos los que entraban en la Plaza de San Marcos por primera vez parecían tan perplejos como si hubiesen llegado a un lugar fabuloso que solo habían visto en sueños. Algunos se quedaban medio hechizados, como si no quisieran irse nunca más. Otros ponían cara de niño, mientras miraban atónitos los ventanales resplandecientes y el león entre las estrellas. Solo unos pocos se quedaban como si aquella avalancha de belleza no los conmoviera lo más mínimo y seguían paseando con cara de palo, orgullosos de que no hubiera nada en el mundo que pudiese sorprenderlos. Víctor nunca estaba seguro de si debía compadecer o temer a aquella gente.
|
Manolito ...