Piedras negras

Cuando me aventuré a leer "Piedras negras" no sabía que se trataba de la séptima entrega de una saga protagonizada por el detective Ricardo Cupido, solo me dejé llevar por lo que me transmitía su sinopsis y esa preciosa portada de un Toledo neblinoso. También tengo que decir que no se nota que sea parte de una saga, ahora os cuento el porqué.

Martha vive en Toulouse y acaba de perder a su abuela, una mujer muy especial con la que siempre tuvo una relación preciosa. Tras una larga enfermedad degenerativa la mujer decide encargar a su nieta, a través de una carta, algo que siempre le ha atormentado; debe encontrar al hijo que le quitaron en España cuando escapó del país durante la guerra civil. Ella era una activa militante del partido republicano y determinadas circunstancias personales provocaron que estuviera en manos de gente poderosa, así que se vio obligada a entregar a su hijo a una familia pudiente.

Más de sesenta años después, su nieta Martha tratará de honrar la memoria de su abuela y trasmitirle a ese hijo perdido lo que siempre quiso decirle. Para ello pondrá el caso en manos de un detective privado, Ricardo Cupido, que desde el primer momento se implicará y acercará cada vez más a un hombre que podría estar muerto o desaparecido para siempre.

Sus averiguaciones le llevarán a la preciosa ciudad de Toledo, donde dará con lo que buscaba. Aunque sin pretenderlo, tendrá que abrir una nueva investigación mucho más truculenta que la anterior. Una investigación sobre un asesinato que hará que se replantee hasta dónde es capaz de llegar el ser humano por mantener su poder.

He tenido mis más y mis menos con esta lectura, hay cosas que me han gustado y otras hacían que mi interés decayera a medida que avanzaba. Y es que Ricardo Cupido es un detective privado del que apenas se evidencia nada de su carácter ni personalidad, de ahí que no notara que fuera la séptima entrega. Es un hombre atlético, que disfruta de la bicicleta y que lleva una vida solitaria centrada en su trabajo, pero poco más os puedo contar de él. Es un protagonista plano que pasa bastante desapercibido, la historia se centra mucho más en las investigaciones y las personas con las que se encuentra.

Al igual que su investigador la trama tampoco es sorprendente, es constante y se puede avanzar por dónde va a tirar. Quizás esta sensación sea porque estoy acostumbrada a thrillers o novelas negras mucho más elaboradas e impresionantes, y aquí descubrimos lo que podrían ser unas investigación perfectamente factibles en nuestra realidad.

Sin embargo, he disfrutado mucho de la forma de escribir de Eugenio, tiene frases y párrafos que son una maravilla. La ambientación en Toledo no puede ser más idílica, e incluso podremos disfrutar de algo que ya forma parte de su bagaje cultural, como es "El Greco". Hay una conversación de dos ancianos frente a uno de sus cuadros que me encantó.

"Lo malo de las historias de los viejos es que dan poco tiempo para resolverlas. No nos falta mucho para morir y las historias se desvanecen con nosotros."

Otra de las cosas que han hecho que me implicara más en su lectura es la fuerte crítica que hace de la famosa trama de los "bebés robados", niños que se arrancaban del brazo de sus madres para darles en adopción a familias adineradas del momento. Todo urdido por una Iglesia que seguía pensando en sus propios intereses y no en los del bien común. Y utilizando como excusa esta lastra histórica, evidencia cómo a día de hoy las familias de renombre siguen utilizando sus apellidos para conseguir lo que quieren a costa de otros pocos. La historia parece repetirse, los poderosos siguen siendo corruptos y no parecen pagar por ello.

"La verdad tiene su tiempo, y si no se revela en el momento adecuado, luego se corre el riesgo de que nadie la crea."

"Piedras negras" se trata por tanto de una novela negra, o de detectives, de ritmo constante pero pausado que nos traslada al Toledo de hace unos años. A un año donde toda España se quedó de luto con el 11M. Sin mayor pretensión que la de entretener y acercarnos a una realidad del pasado que aún hoy día se sigue dando, y es que el poder parece estar solo en manos de unos pocos. Un poder que parece corromper a todo aquel que toca.

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